Argentina 2016 – ¿Shock,
Gradualismo o Shock y Gradualismo?
Daniel Oks
El próximo
Gobierno necesitará promover un nuevo ciclo de inversión y crecimiento, mejorar
la igualdad de oportunidades y reducir la pobreza. Para ello deberá desarrollar
una estrategia integral de crecimiento con equidad incorporando dimensiones
macroeconómicas, de infraestructura, educación
e innovación, y reformas institucionales y sociales. Desde una perspectiva macroeconómica, se perfilan tres variantes
básicas, una de cambio radical, una de cambio gradual y una que combina
elementos de ambas. La estrategia de cambio radical apunta a corregir los
desequilibrios en forma rápida y se apoya para ello en planes para mejorar el
clima de inversión y la integración comercial y financiera. La estrategia de
cambio moderado propone modificaciones de precios relativos y medidas fiscales
graduales; esta variante, que genera menor volatilidad de precios relativos e ingresos, requiere un estado más
intervencionista y mayor proteccionismo comercial al menos durante la transición. La tercer variante (la del gobierno electo)
combina el tratamiento de shock para la eliminación del cepo cambiario y la remoción
gradual de subsidios.
La estrategia
de cambio radical propone la eliminación del cepo cambiario y su reemplazo por
un tipo de cambio flotante. El levantamiento de las restricciones al comercio
exterior implica una depreciación real del tipo de cambio flotante y
posiblemente una mejora del balance comercial (aunque la eliminación del cepo al
liberar importaciones podría inicialmente no tener dicho efecto). El fuerte
ingreso de capitales que se espera bajo este escenario podría morigerar la
magnitud de la devaluación necesaria; un efecto similar tendría la eliminación
de las retenciones al incentivar la liquidación de granos de exportación
retenidos. El
anuncio y credibilidad de un programa fiscal y monetario consistente es
esencial para evitar que la corrección cambiaria se traslade a la inflación. El
elemento central de la estrategia fiscal es la reducción de subsidios a las empresas de
infraestructura (energía y transporte) lo que permitirá ahorros fiscales de
cerca de 5% del PBI – más cercanos al 3% si se adopta una tarifa social para
cubrir a los sectores de menores ingresos y al tener en cuenta la eliminación
de retenciones. El efecto combinado en
el corto plazo sobre la demanda agregada es contractivo debido al impacto
negativo en consumo de menores salarios reales (por eliminación de retenciones
y depreciación) e ingresos disponibles (por reducción de subsidios). Este
efectio podría contrarestarse (parcialmente al menos) si el gobierno adopta
políticas tributarias y crediticias expansivas; también puede jugar un rol
crucial el impacto positivo sobre la oferta de la eliminación del cepo – al
aumentar la oferta de insumos importados. En el mediano plazo, esta estrategia
mejora la condición competitiva del país y genera precios relativos de mercado
favoreciendo la inversión y el crecimiento.
La
estrategia macroeconómica de cambio moderado está basada en el gradualismo en
la aplicación de las políticas; requiere mayor ingerencia del Estado y mayor proteccionismo
comercial durante la transición. El gradualismo permite mitigar el riesgo de
una estampida inflacionaria y efectos regresivos de los ajustes originados en
la eliminación de retenciones a las exportaciones, los aumentos de tarifas, el impacto
de la devaluación sobre el precio de los transables y el salario real. El
espacio fiscal mejora más gradualmente debido a menores ajustes de tarifas y
una recuperación más lenta de la competitividad externa. El menor impulso a la
inflación en el corto plazo de esta estrategia implica también una respuesta
más lenta de la inversión y – potencialmente - precios más elevados en el
mediano plazo. La magnitud del impacto sobre la inversión de esta estrategia
dependerá en última instancia de cómo responda la inversión a anuncios de
futuros ajustes de precios relativos y de política fiscal y comercial. Si los
anuncios fueran creíbles, la estrategia gradualista podría no ser tan
perjudicial para la inversión y a la vez reduciría la probabiidad de disrupción
de ingresos en el corto plazo. El riesgo de este plan proviene de la dificultad
de establecer la credibilidad del programa a mediano plazo y del retraso en
decisiones de inversión y/o liquidación de de divisas a la espera de precios
relativos que compensen los costos de producción.
La
estrategia híbrida propone actuar rápido en el frente cambiario y más
gradualmente en la reducción de subsidios. Tiene la virtud de atacar en forma
de shock el problema más crucial que afecta la liquidez y la solvencia de la
economía: la escasez de reservas, el atraso cambiario, la restricción de oferta
que implica el cepo y el financiamiento externo. Al ir acompañada de una
estrategia de integración comercial y financiera este plan permite una
respuesta más rápida de las exportaciones y del financiamiento externo a la vez
que suaviza el impacto contractivo sobre los ingresos disponibles al graduar en
el tiempo la reducción de subsidios - eso da más tiempo a la inversión y a las
exportaciones a compensar el impacto contractivo sobre el consumo de la
eliminación del cepo. La respuesta más lenta de la inversión puede no ser tal
si se dan señales claras de convergencia a precios relativos de mercado en el
mediano plazo y si se adopta un marco regulatorio competitivo para los sectores
de infraestructura.
En síntesis,
al promover la inversión y reducir la volatilidad de ingresos el plan híbrido
parece el más indicado para la coyuntura actual. El factor crítico para su
éxito es el efecto confianza que genere en los inversores - lo que se verá
traducido en mayores ingresos de capitales y un shock cambiario menor. Ello depende
a su vez de un plan fiscal y monetario consistente que permita reemplazar el
ancla cambiaria por un ancla monetaria-fiscal como elemento central de la
estrategia anti-inflacionaria y a la vez mejorar las condiciones de estabilidad
macroeconómica que exige la inversión de largo plazo. Bajo cualquier escenario,
la negociación con los holdouts y los
entes multilaterales facilitará el acceso al financiamiento externo permitiendo
aprovechar el bajo nivel de endeudamiento externo inicial y el potencial de financiar
críticas inversiones de infraestructura. La estrategia debe ir acompañada de reformas
microeconómicas e institucionales para promover la inversión: marcos regulatorios
pro-mercado en los sectores de infraestructura, minería y agricultura;
integración comercial ampliando mercados más allá del Mercosur y bajando el
costo de la protección; autonomía del INDEC, BCRA y la justicia; etc. La
equidad y el clima social mejorarán debido a: aumentos de la competitividad
externa (volumen y calidad del empleo); aumentos de la productividad (salarios
reales); mantenimiento y profundización de las políticas sociales; y la adopción
de políticas tributarias progresivas (ganancias e IVA).