martes, 6 de septiembre de 2016

La Consistencia Monetaria y Fiscal: Un poco de Aritmética (publicada en El Economista 6 de Septiembre 2016)

El potencial que tiene el banco central para reducir la inflación con política monetaria (oferta monetaria) está siempre condicionado por la política fiscal y de endeudamiento. Si el fisco no reduce los déficits y no se financia en los mercados de deuda, la expansión monetaria le sigue pero obliga al banco central a esterilizar al costo de aumentar el déficit cuasi-fiscal. Ello permite mantener la meta de expansión monetaria pero al costo de mayor deuda consolidada del sector público. Lo mismo ocurre si el fisco no se disciplina y se financia emitiendo deuda directamente. El límite de esta política de endeudamiento lo da el potencial de endeudamiento sin que las tasas de interés y-o el servicio de la deuda genere una amenaza de insostenibilidad de deuda (déficits fiscales crecientes debidos al aumento del peso de la carga del servicio de deuda).

Ciertamente, la realidad es más compleja, y no se puede descartar que la expansión fiscal – sobre todo bajo condiciones de desempleo keynesiano - sea reactivadora y como tal rinda resultados en términos de revertir el ciclo favoreciendo la recaudación y así reduciendo los déficits y permitiendo una eventual reducción de deuda. Esta es la pregunta empírica relevante hoy en la Argentina.

En las condiciones actuales – la relativamente baja deuda (50% del PBI a precios corrientes a fines de 2015) y desempleo elevado (9,3%) – el fantasma de la insostenibilidad de la deuda inducido por expansión fiscal parece distante; aunque no remoto. Existe un fuerte interés y potencial de tomar deuda en los mercados internacionales de capitales – en los primeros 8 meses se han colocado cerca de US$30.000 millones (cerca de US$20.000 millones corresponden al canje con los holdouts y recompra de cupones de PBI). Mejoras en el clima de inversión explican que el rendimiento del BONAR 24 cayó de más de 9% hace un año a cerca de 5% ahora. Por otro lado, las políticas fiscales activas – preferentemente de carácter anti-cíclico – ayudarán a salir de la recesión sin necesariamente elevar la carga fiscal futura. Por ejemplo, inversión pública o transferencias a los sectores más vulnerables (seguro de desempleo) contribuyen a a que la economía se recupere sin aumentar en forma permanente el gasto público.

¿Bajo qué condiciones se puede materializar este escenario? En el corto plazo: mientras la deuda no aumente significativamente y no se generen dudas sobre la trayectoria de convergencia fiscal a un ratio de deuda a PBI sostenible. Suponiendo tasas de interés internacionales del 5% en dólares sobre la deuda y un nivel prudente de endeudamiento público del 60% del PBI, la estabilización de la deuda en dicho valor requiere un superávit fiscal equivalente a 1,2% del PBI – ello supone crecimiento económico del 3%. En rigor el superávit fiscal podría ser menor en la medida que parte de la deuda esté denominada en pesos no indexados pues la inflación erosiona el valor de dicha deuda. Dado que el 26% de la deuda soberana está denominada en pesos (excluyendo la deuda indexada) y la inflación es del 20% anual, un déficit fiscal de 1,9% del PBI estabilizaría el ratio de deuda soberana a PBI en 60%.

La deuda pública rondaba 50% del PBI a fines de 2015. Por ello, para converger al 60% del PBI hay margen con déficits declinantes hasta alcanzar el déficit sostenible de 1,9% del PBI en los próximos 4 años. La trayectoria actual de reducción del déficit podría ser: 5,8% en 2016, 4,8% en 2017, 3,8% en 2018, 2,8% en 2019 y 1,9% en 2020. De ello se desprende que el margen de expansión de deuda existe pero debe ser graduado con un criterio de convergencia gradual y sostenido.

Es posible que - en vista de los fuertes ingresos de  capitales esperados a raíz del blanqueo y del reingreso de Argentina a los mercados voluntarios de deuda-  se produzca un proceso de apreciación cambiaria real. Esto a su vez puede inducir una reducción del ratio de deuda a PBI (debido a que la mayor parte de la deuda está dolarizada y el PBI contiene un mix de transables y no transables). Dicha apreciación es posiblemente transitoria dado que en general la productividad no crece tan rápido para sostenerla. Por ello es importante fijar la meta fiscal del ratio de deuda a PBI evitando la volatilidad del tipo de cambio real – tomando un tipo de cambio real que es razonablemente coherente con el equilibrio de las cuentas externas. De lo contrario se puede tener la ilusión de un endeudamiento que es pequeño en relación al PBI  y puede engolosinar al gobierno con más endeudamiento del que es sostenible cuando el tipo de cambio se corrija en el futuro.

El anuncio de un programa creíble de convergencia fiscal es crucial no sólo para los mercados de capitales en el mediano plazo sino también para disipar el riesgo de monetización – licuación de la deuda a través de un shock inflacionario – en el corto plazo. Dicha estrategia puede ser gradualista pero para ello debe ser creíble.. ¿Creíble para quien? En base a qué una política es creíble y otra no? Debe ser aceptada por formadores de precios incluyendo sindicatos, asociaciones empresarias, gobiernos municipales y provinciales, inversores, etc. Creíble  significa sobre todo que es viable políticamente. La viabilidad política depende no sólo de las medidas sino también de cómo se ejecutan y cómo se comunican. Esto requiere además de destreza técnica, la búsqueda de consensos – particularmente para un gobierno que no tiene mayorías en el Congreso –, habilidad política y capacidad de persuasión para alinear expectativas.

El gradualismo consensuado y creíble permite distribuir en el tiempo los costos del ajuste dando una oportunidad para que el crecimiento económico compense las caídas de las transferencias estatales. Por ello el gradualismo es también más creíble dado que minimiza el impacto social de la convergencia fiscal. También el anuncio de pautas de convergencia fiscal aumenta la credibilidad de la política monetaria – al reducir el riesgo de una monetización sorpresiva de la deuda. Esto a su vez facilita que se alineen expectativas de inflación de los distintos actores económicos reduciendo sobre ajustes de precios que implican luego grandes ajustes en las cantidades vendidas (exacerbando la recesión).

Por último, el programa de convergencia fiscal implica una caída de demanda de bienes transables. Para restablecer el equilibrio en dicho mercado se requiere un tipo de cambio más competitivo. En ese sentido el plan de convergencia fiscal también permitirá mitigar las presiones de sobre apreciación cambiaria originadas en ingresos de capitales. 

sábado, 3 de septiembre de 2016

Construcción – ¿Impulsará el crecimiento en el segundo semestre?

publicada en La Nacion Propiedades el 3-9-2016

En el primer semestre el indicador sintético de la construcción cayó 12,4% constituyéndose en uno de los principales factores retracción de la actividad económica. ¿Será un factor de impulso en el segundo semestre?  Una serie de indicadores dan lugar a un prudente  optimismo.

El total de escrituras en la Capital Federal aumentó un 13,8% en el primer semestre; el monto en valor de las transacciones aumentó un 72%. Según el INDEC, la superficie cubierta autorizada para ser construida en 41 municipios de todo el país aumentó en el segundo trimestre 2%. El índice de venta de insumos de la construcción de empresas líderes aumentó los últimos tres meses.

El aumento en el número del proyectos presentados en  subsectores estratégicos - oficinas comerciales y depósitos – es auspicioso. Las expectativas favorables han impulsado aumentos del valor de la tierra de hasta el 30% anual en dólares. El subsector de centros comerciales - con bajos niveles de penetración – y el de logística – con costos elevados – aguardan inversiones. 

Tal vez el factor que puede impactar más sobre el sector inmobiliario en el corto plazo es el blanqueo. Aumentará la demanda de compradores que no pueden justificar ingresos y también de fondos de inversión con exenciones impositivas.

Los factores macro también ayudarán. La obra pública debe compensar la sub-ejecución del primer semestre (28% del presupuesto). A la demanda derivada de mayor inversión en sectores como el agro, la energía y las telecomunicaciones se sumará la demanda de consumidores debido a: la reforma previsional; la menor inflación; la estabilización de Brasil; y el forzado gradualismo tarifario. Una estrategia de corrección tarifaria gradual y consensuada potenciaría esta demanda.

A mediano plazo, el factor que más impactará en el desarrollo del sector es el desarrollo del crédito hipotecario. La Argentina tiene 5 veces menos crédito hipotecario que el promedio de América Latina. Los nuevos instrumentos de crédito indexados, la caída de inflación, el desarrollo del mercado de capitales y los subsidios al crédito ayudarán a revertir dicha tendencia.

La caída del precio de la propiedad en pesos de valor constante y la expectativa de apreciación en dólares fortalecen la demanda de inmuebles como activo financiero. Dicha expectativa está alimentada por fuertes ingresos de capitales – cerca de US$25.000 millones en el primer semestre. Sin embargo, la apreciación excesiva reduce la competitividad del sector - al aumentar los costos de construcción en dólares -  y exige responsabilidad fiscal.


En resumen, la obra pública y la inversión inmobiliaria impulsarán la recuperación de la construcción durante el segundo semestre. La consolidación de dicho proceso requiere una estrategia consensuada de convergencia fiscal y tarifaria crucial para que se materialicen inversiones, reducir la incertidumbre de consumidores y el riesgo de sobre valuación cambiaria.