martes, 27 de junio de 2017

El costo del gradualismo fiscal para el crecimiento.

Daniel Oks

El gradualismo fiscal – que implica en el corto plazo mantener una política fiscal expansiva - tiene un costo en términos de atraso cambiario; ello afecta la negativamente la demanda de bienes transables producidos localmente y por ende el proceso de recuperación económica. Por supuesto que el crecimiento económico depende – además - de muchos otros factores: el costo impositivo, el costo logístico,  el costo laboral no salarial, el costo financiero, el costo administrativo del Estado, la incertidumbre regulatoria, etc. Las iniciativas en estos ámbitos son necesarias para generar un clima de negocios propicio para la inversión y la competitividad. El problema es que el atraso cambiario no ayuda a generar un ambiente propicio para la introducción de dichas reformas.

El gradualismo fiscal implica mantener durante 3 años (2016-18) un déficit fiscal primario promedio cercano a 4% del PBI (con reducciones anuales cercanas al 1% del PBI); sumándole la carga de servicio de la deuda y déficit de las provincias arroja un déficit fiscal consolidado cercano a 7% del PBI. La mayor parte de dicho déficit se financia con deuda en dólares en el exterior. El ingreso de divisas correspondiente, al convertirse en su mayor parte a pesos genera presión de apreciación del peso. A su vez el BCRA se ve obligado a absorber liquidez resultante para cumplir con sus metas de inflación. Esta sustitución de dinero por bonos es la principal fuente del creciente déficit cuasi-fiscal del BCRA.  Esta política también permite mantener una tasa de interés real positiva (tasa nominal por encima de la inflación esperada) – el instrumento elegido para alcanzar las metas de inflación – lo que a su vez retroalimenta el ingreso de capitales financieros y la apreciación del peso.

El BCRA fija las tasas de interés de los instrumentos de esterilización (Lebacs) en función de las expectativas inflacionarias. Dado que las expectativas inflacionarias están condicionadas tanto por la política monetaria como la fiscal, el gradualismo fiscal – sobre todo si es poco creíble – lentifica el proceso de reducción de tasas de interés nominales. Dichas tasas en conjunción con la expectativa de apreciación del peso por los factores arriba descritos es un factor de atracción para capitales financieros financieros.
Una política fiscal de tipo shock permitiría a la vez reducir la demanda de financiamiento externo – un exceso de demanda de divisas con presión devaluatoria del peso – y una caía de la tasa de interés nominal por la vía de menores expectativas inflacionarias. La menor tasas de interés y el aumento del valor del dólar generan ambas un aumento en la demanda de bienes domésticos con impacto reactivador capaz de compensar la menor demanda de bienes domésticos inducidos por la contracción del gasto público.

En resumen, dada la política monetaria de metas de inflación ambiciosas, un régimen de mayor austeridad fiscal sería menos recesivo que el actual régimen de gradualismo fiscal. El gobierno debería repensar su estrategia fiscal y monetaria teniendo en cuenta estas consideraciones. Claramente la restricciones políticas tienden a imposibilitar la concreción de un ajuste fiscal de tipo shock. Sin embargo, una mejor comprensión de los procesos de desinflación podría hacer que selectivamente el sector público consolidado proteja aquellas partidas de mayor impacto social y evalúe seriamente afectar otras cuyos efectos sociales puedan ser compensados mas rápido por la recuperación de la actividad privada – debido a mejoras de competitividad cambiaria y menores tasas de interés.  Algunos de los importantes programas de inversión pública podrían ser realizados por inversión privada quitándole presión al gasto público.  A su vez la reducción de los subsidios que todavía benefician a los sectores menos vulnerables del país podrían acelerarse. El empleo redundante en el sector público podría reducirse introduciendo un seguro de desempleo y políticas laborales activas para facilitar la reinserción labora en el sector privado. El gobierno ya ha avanzado en la dirección de congelar el gasto real de las provincias y debería hacer lo propio con las partidas del gobierno nacional.  


La alternativa, si bien menos deseable pues postergaría ganancias de eficiencia de la menor inflación, sería una revisión de las metas monetarias apuntando a un proceso de desinflación mas lento o gradual – que no requiera tasas de interés tan altas durante la transición. Ello implicará a su vez un menor atraso cambiario por efecto de ingresos de capitales y menores tasas de interés – ambos factores conducentes a una recuperación más rápida de la demanda del sector privado y a la vez quitándole presión a la necesidad de un ajuste fiscal más drástico.

domingo, 26 de febrero de 2017

Argentina y el Real Estate en 2017.
Entrevista de Adriana Anzilotti a Daniel Oks
Para Argenprop - 23/2/17




Escenario macro y microeconómico. La situación actual.

“Argentina viene de un año de profundas transformaciones y está en
etapa de recuperación. Un dato revelador es que el sistema de encuestas de agentes del mercado del BCRA pronostica un crecimiento en promedio del 3% para 2017. Además el
indicador líder del BCRA (que anticipa cambios de ciclo) anticipa una salida de la recesión; éste está basado - entre otros indicadores - en ventas de cemento, demanda de muebles para oficinas,
producción de automotores, el índice de confianza del
Consumidor (UTDT) e indicadores financieros como (Merval, índices de
bonos).”

Y sin titubear agrega: “El 2016 seguramente será recordado
como un año de cambios en el que se eliminaron distorsiones
cambiarias, comerciales, financieras y tarifarias en un contexto de
estrategia fiscal gradual de reducción de déficits. Se recurrió a
financiamiento externo para suavizar la transición, y gracias a señales de convergencia a niveles de deuda sostenible (en que el ratio de deuda a PBI se estabiliza), el riesgo país y la tasa de interés de la nueva deuda soberana bajó a niveles inferiores al 6%”.  Explica además que “las metas de inflación incorporadas durante el segundo semestre (en que se alcanzó una inflación promedio del 1,5% mensual) se cumplieron; las tasas de interés nominales implícitas en los bonos largos convalida a futuro el proceso de desinflación anunciado por el gobierno (aunque no tan rápidamente como prevé el BCRA).

Además se han atendido antiguas demandas sociales como la reparación histórica con los jubilados, con un impacto fiscal entre 1% y 2% del PBI; se ha extendido el sistema de seguridad social (universalización de la AUH, programas de emergencia social), y se han introducido reformas al IVA y Ganancias que beneficiaron a los sectores más vulnerables. Todo ello permitió que el costo social y la recesión no hayan sido tan profundos como se temía y el desempleo comenzara a bajar hacia fines de 2016”. Asimismo la estabilización de los precios permitió que el salario real inicie su recomposición durantre el segundo semestre de 2016 – tendencia que probablemente se profundice durante 2017.

El economista concluye además que “los fundamentos macroeconómicos y múltiples reformas estructurales (política comercial y cambiaria, revisión del oneroso régimen de Tierra del Fuego, marcos regulatorios y tarifarios de infraestructura, ley de telecomunicaciones, marco para asociaciones
público-privadas, ley de sinceramiento fiscal, ley PYMES, reformas
impositivas para proteger a los sectores más vulnerables, cambios al
sistema de ART, etc.) apuntan a mejorar el clima de negocios. Por eso, en la medida que las reformas se implementen y la sociedad las avale, es probable que aumente la inversión (aún en niveles magros) pasándose de la recuperación cíclica a un proceso de crecimiento sustentable con mayor integración a la economía regional y global.

Es crucial en cualquier caso que las metas fiscales - que recientemente se han explicitado con mayor claridad - se cumplan con rigor. Un déficit fiscal decreciente es necesario para estabilizar la relación deuda-producto en un nivel sostenible (entre 30% y 40%). El gran desafío no es la recuperación cíclica sino el crecimiento sostenido lo que requiere a su vez que la inversión aumente a niveles superiores al 20% del PBI.


El crecimiento – dice Daniel Oks - depende también de factores externos, los que en balance posiblemente tengan un efecto neutro. Por un lado, el  proteccionismo declarado por el nuevo presidente de EEUU genera incertidumbre y el impacto de sus planes fiscales ya se ha traducido en aumentos de tasas de interés internacionales lo que no ayuda al país ni a la región. Por otro lado, los mercados financieros en países desarrollados en general reaccionaron favorablemente ante los anuncios en EEUU, lo que junto con indicaciones de que la economía de Brasil ha dejado de caer, beneficiarán a la Argentina tanto a través de mayor inversión extranjera como de mayores exportaciones a Brasil. En todo caso, el riesgo de un aumento del proteccionismo de EEUU tendría un impacto acotado en Argentina, que sólo destina 7% de sus exportaciones a dicho país. Por otro lado, existen importantes negociaciones para habilitar un mejor acceso a bloques regionales como la UE y Alianza del Pacifico con potencial de mejoras de exportaciones e inversión. Por último, los siempre importantes términos de intercambio han mejorado
en los últimos trimestres del 2016 y las tasas de interés externas si
bien han subido se mantienen en niveles históricamente bajos.

En resumen, la economía está en los comienzos de una fase expansiva con estabilización de precios y buenas probabilidades de iniciar una nueva etapa de crecimiento sostenido basado en un mejor clima de inversión y un contexto internacional que es relativamente neutro.

El crédito hipotecario y la evolución del Real Estate.

“El incipiente crecimiento del crédito, en particular el hipotecario,
si bien parte de una base muy baja va a acompañar el proceso de
recuperación cíclico y podría generar un aumento importante en la
demanda de inmuebles”. Y menciona un dato interesante y es que por
primera vez ocurre en tanto tiempo una reversión del ratio de propiedades alquiladas a propiedades vendidas que venía aumentando hasta hace poco. Oks agrega: “El desarrollo del crédito hipotecario – uno de los mayores cambios estructurales que
este gobierno está interesado en promover - potenciará la demanda de
propiedades en particular en los sectores medios de la población con
ahorros insuficientes para acceder a la vivienda. También potencialmente podría beneficiar a desarrollistas cuyo fondeo tradicional está circunscripto a las pre-ventas. Durante la etapa de desinflación fuerte (hasta 2019), el crédito hipotecario será principalmente indexado (unidad de indexación UVA). Los créditos UVA representan casi el 60% de los créditos hipotecarios a tasa variable emitidos durante el año
pasado; el stock pasó de 0 a $800 millones a fin de año. Este nuevo
instrumento permite contratos financieros de largo plazo con una menor
cuota inicial y asegurando a deudores y acreedores un valor real
cierto (debido al ajuste por inflación) para pagos futuros, reduciendo
el riesgo para prestamistas y tomadores de  un aumento inesperado de
la inflación como de una reducción súbita de la misma.

Cuando la inflación alcance niveles de un dígito, y las tasas nominales de
interés acompañen,  se podrá esperar una fuerte competencia por el
otorgamiento de hipotecas a tasas de interés no indexadas. Ello
redundará en mejores condiciones de acceso al crédito para la
vivienda. En los países de la región (particularmente en Chile) el tamaño del mercado hipotecario es hasta 15 veces más grande que en la Argentina.

Tras 5 años de estancamiento, la vuelta a un crecimiento aunque sea moderado cambiará el perfil y sostenibilidad de la demanda de inmuebles. El interés por invertir en Real Estate depende también del relativamente bajo riesgo relativo – en comparación con otros sectores como puede ser el sector transable durante un proceso de apertura y reapertura de la cuenta de capitales (a su vez a menudo
asociados con procesos de apreciación cambiaria). A ello se suma el
atraso relativo en la oferta en el segmento residencial de medianos y
bajos ingresos, como en el sector comercial (oficinas, logística y
centros comerciales) donde el desarrollo en relación a otros países de
la región (Chile, Brasil y México) es bajo”. Oks explica además que
“el muy exitoso sinceramiento impositivo también ha tenido y seguirá
teniendo un efecto derrame directo e indirecto sobre el sector
inmobiliario – así como ya lo tuvo hace más de un año el levantamiento
del cepo que llevó a un aumento importante en el número de escrituras
– 17,5% en los primeros 11 meses de 2016 (y cerca de 80% en valores
nominales). El efecto directo proviene de los que blanquearon y ahora
pueden justificar ingresos para la compra de inmuebles así como de los
fondos comunes de inversión inmobiliaria creados para blanquear sin
costo en esos activos. Pero también existen canales indirectos,
particularmente, a través del sistema financiero que sería uno de los
grandes beneficiarios del blanqueo que puede ahora intermediar una
parte importante de los ahorros que anteriormente estaban en el
exterior sin declarar. El fortalecimiento del sistema financiero
potenciado con las reformas de los mercados de capitales permitirá
ampliar la oferta de financiamiento para el sector inmobiliario y de
la construcción.

El Real Estate posiblemente tenga un rol importante en la reactivación de la economía. No sólo la construcción es un fuerte motor de la demanda de empleo sino que también sus industrias proveedoras tienen un fuerte encadenamiento productivo hacia otros sectores. Luego de tres trimestres de caídas pronunciadas, el empleo en la construcción tuvo una fuerte recuperación durante el último trimestre del año. Si bien no se dispone de la tasa de desempleo del último trimestre, del segundo al tercer trimestre la tasa de desempleo cayó de 9,3% a 8,5%. La mayor apertura permitirá incorporar nuevos materiales y técnicas de construcción a la vez que generará oportunidades de inversión en el sector proveedor de nsumos. Dichas mejoras de productividad, junto con el desarrollo de nuevas áreas de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano facilitadas por ventas de tierras públicas, inversiones de infraestructura, y el diseño de nuevas propuestas (oficinas para co-working y residencias para co-living, desarrollos mixtos (con áreas residenciales, oficinas y comerciales) son – junto
con el desarrollo crediticio – los principales motores del desarrollo
del Real Estate y serán esenciales para potenciar su efecto
reactivador de la inversión.

“El hecho que la inflación posiblemente le siga ganando al dólar – proceso inevitable durante la etapa de desinflación y ajuste fiscal gradual con fondeo externo - genera una brecha entre costos y precios de venta en dólares de los inmuebles. Dicha brecha desalienta la inversión en el sector en el corto plazo. Sin embargo, dicha brecha es transitoria en la medida que la política fiscal planea reducir fuertemente el déficit y su demanda de financiamiento externo contribuyendo así a reducir la oferta de dólares. Asimismo, el aumento del costo de reposición en dólares hace que eventualmente – en la medida que se agote el stock de lo construido con costos en dólares más bajos – el precio de las nuevas unidades aumente medido en dólares, De hecho las subas en dólares de los precios de los inmuebles el último año y medio ha subido entre 10% y 20%).