viernes, 25 de diciembre de 2015

Plan del Gobierno - Aparecido en Cronista Comercial el 24-12-12015



EDICIÓN IMPRESA 

El plan económico del Gobierno: sus alcances y limitaciones

Daniel 
Oks, Economista
Daniel Oks, Economista
El Gobierno optó por el tratamiento de shock para la eliminación del cepo cambiario, reemplazándolo o por un esquema de flotación administrada y (aparentemente) la remoción gradual de subsidios. El Gobierno espera que el fuerte ingreso de capitales y la eliminación de las retenciones a las exportaciones contribuirán a morigerar la magnitud de la devaluación del tipo de cambio unificado.
El levantamiento del cepo no es total por cuanto no aplica para el pago del stock de utilidades no giradas al exterior ni para el stock de deuda con importadores. Estas obligaciones serán atendidas mediante la emisión de sendos bonos. Esto contribuirá a descomprimir junto con la política monetaria un posible exceso de demanda inicial de divisas que podría disparar el dólar.
El impacto inicial sobre la demanda agregada será contractivo debido al impacto negativo sobre ingresos disponibles (por reducción de subsidios), salarios reales (por devaluación y retenciones) y menor propensión al consumo (ante mayores tasas de interés). La reducción gradual de subsidios suaviza la transición hacia el mediano plazo, plazo en el cual las exportaciones netas y la inversión juegan un rol más importante. Además el impacto positivo sobre la oferta de la eliminación del cepo –al aumentar la oferta de insumos críticos– contribuirá a la inversión y recuperación aún en el corto plazo. La recuperación del empleo y el crecimiento económico vendrán de la mano de aumentos en la inversión y mejoras en la productividad en un marco de mayor competencia. El riesgo de este plan está atado a las incertezas de una estrategia de convergencia fiscal y el posible retraso en decisiones de inversión a la espera de precios relativos que compensen los costos de producción.
Un programa fiscal y monetario consistente es esencial para evitar que la corrección cambiaria se traslade mayoritariamente a inflación. El elemento central de la estrategia fiscal es la reducción de subsidios a las empresas de energía y transporte con ahorros fiscales de cerca de 5% del PBI, más cercanos al 3% si se adopta una tarifa social. Si bien el probable programa gradual para la eliminación de subsidios mitiga el riesgo de una estampida inflacionaria, el ahorro fiscal será menor en el corto plazo y, posiblemente, hasta se podría compensar con la elevación del piso para el impuesto a las ganancias, el comprometido reajuste de pensiones y la eliminación de retenciones. En ausencia de un plan de mejora fiscal de mediano plazo vigoroso y convincente, la política monetaria está llamada a jugar un rol importante - tal como lo reveló el Banco Central en su última licitación de Letras. Pero el ajuste monetario sin un programa de convergencia fiscal es una mala combinación para la recuperación del crecimiento y la estabilidad de precios, al implicar elevadas tasas de interés y endeudamiento creciente.
La respuesta más lenta de la inversión y la ausencia de credibilidad de la estrategia fiscal pueden mitigarse si se dan señales claras de convergencia a precios relativos de mercado en el mediano plazo y si se anuncia un plan coherente de reducción y mayor eficiencia del gasto. La negociación con los holdouts y la ampliación de crédito multilateral permitirá explotar la ventaja de un bajo nivel de endeudamiento externo inicial para financiar críticas inversiones de infraestructura. La estrategia debería ir acompañada también de reformas microeconómicas e institucionales para promover la inversión: marcos regulatorios pro-mercado en los sectores de infraestructura, minería y agricultura; integración comercial ampliando mercados más allá del Mercosur y bajando el costo de la protección; profundas reformas de los mercados de capitales junto con una estrategia de integración financiera; y autonomía del INDEC, BCRA y la justicia. El impacto social del programa propuesto se verá beneficiado por: los aumentos de la competitividad externa que impactan sobre el volumen y calidad del empleo; el mantenimiento y profundización de las políticas sociales; y la adopción de políticas tributarias progresivas anunciadas.
En resumen, el principal riesgo del plan actual surge de una pesada herencia fiscal y un plan que al menos en el corto plazo no da señales claras de cómo superarla. La trayectoria fiscal de mediano plazo debe estar bien delineada y ser creíble para generar la estabilidad macroeconómica que los mercados necesitan para que la inversión responda. Es probable que las mejoras fiscales provengan –como históricamente ha ocurrido– de una licuación del gasto real en la ejecución presupuestaria lo que se verá reflejado en una inflación importante durante el primer semestre seguido de un proceso de desinflación y recuperación económica posterior. Pero de no mediar el anuncio de una trayectoria de medidas fiscales creíbles, la inversión puede tardar en responder y la recuperación retrasarse.

domingo, 20 de diciembre de 2015

El plan económico – Implicaciones para el Real Estate.

Daniel Oks

El Gobierno optó por el tratamiento de shock para la eliminación del cepo cambiario – reemplazandoló o por un esquema de flotación administrada y en principio la remoción gradual de subsidios. La expectativa de un fuerte ingreso de capitales y la eliminación de las retenciones a las exportaciones contribuirán a morigerar la magnitud de la devaluación del tipo de cambio unificado. Junto con la política monetaria que incentiva la demanda de pesos, y una política de convergencia a niveles sustentables de balance fiscal, estas políticas podrían no impactar fuertemente sobre inflación y generar una transición relativamente corta hacia condiciones de estabilidad macroeconómica tan necesaria para la inversión. La eliminación de distorsiones sumado a políticas de integración comercial y financiera (incluyendo la resolución del conflicto con los holdouts) generarán aumentos de la competencia y fuertes incentivos para la inversión, la productividad y el crecimiento. Las políticas de innovación y desarrollo de mercados de capitales pueden a su vez potenciar la calidad de la inversión y el proceso de crecimiento.

El impacto inicial sobre la demanda agregada será contractivo debido al impacto negativo sobre ingresos disponibles (por reducción de subsidios), salarios reales (por devaluación y retenciones) y menor propensión al consumo (ante mayores tasas de interés). Sin embargo, la reducción gradual de subsidios suavizará la transición hacia el mediano plazo – plazo en el cual las exportaciones netas y la inversión juegan un rol más importante. Además el impacto positivo sobre la oferta de la eliminación del cepo – al aumentar la oferta de insumos críticos – contribuirá a la inversión y recuperación. El riesgo de este plan está atado a las incertezas de una estrategia de convergencia fiscal y el posible retraso en decisiones de inversión a la espera de precios relativos que compensen los costos de producción. Por ello es menester un programa de convergencia fiscal que aún el Gobierno no ha anunciado.

El elemento central de la estrategia fiscal parece ser la reducción de subsidios a las empresas de energía y transporte con ahorros fiscales de cerca de 5% del PBI – más cercanos al 2% o 3% si se adopta una tarifa social. Si bien el probable programa gradual para la eliminación de subsidios mitiga el riesgo de una estampida inflacionaria, el ahorro fiscal será menor en el corto plazo y,  posiblemente, hasta se podría compensar con la elevación del piso para el impuesto a las ganancias, el comprometido reajuste de pensiones y la eliminación de retenciones. El éxito del programa depende en última instancia de un plan de mejora fiscal de mediano plazo vigoroso y creíble que el Gobierno deberá anunciar durante los próximos meses.

Cuales son las implicaciones para el Real Estate?

Si el Gobierno completa su estrategia macroeconómica a través de un programa de convergencia fiscal a un superávit primario de 1% o 2% del PBI en los próximos años, la economía recuperará una dinámica de inversión y crecimiento que será favorable para el sector de Real Estate. El crecimiento del ingreso de los hogares y de las empresas y el aumento del PBI y la productividad es lo que finalmente impulsa la demanda y oferta del sector.  Fuera de estas condiciones generales, el sector se verá beneficiado por políticas macroeconómicas que facilitarán el financiamiento inmobiliario potenciando así la demanda y la oferta de propiedades:

1)   La flotación cambiaria genera disponibilidad de dólares para operaciones inmobiliarias – fuertemente restringida durante el cepo.
2)   La anunciada introducción de una unidad de indexación (como la UF en Chile) puede ser facilitar el fondeo de mediano y largo plazo para desarrollistas y para el crédito hipotecario. A medida que la inflación disminuya, el crédito hipotecario podrá tomar la forma de crédito en pesos sin indexación.
3)   El desarrollo del mercado de capitales también tiene el potencial de extender el financiamiento inmobiliario mediante instrumentos no bancarios: crowd funding, securitización de hipotecas, fideicomisos transables en la Bolsa, etc.

Finalmente, el sector se verá beneficiado por políticas de infraestructura y de desarrollo urbano que modificarán la geografía económica y el ordenamiento territorial. Así por ejemplo el desarrollo de nuevas autopistas, nuevas interconexiones entre rutas viales y ferroviarias, y nuevos nodos de interconexión modal potenciarán determinados espacios creando oportunidades para la inversión inmobiliaria y el desarrollo logístico que el país necesita para mejorar su eficiencia, competitividad e integración territorial.


En el corto plazo sin embargo existen riesgos, sobre todo si el Gobierno limita el ajuste a la política monetaria sin señales de reblanceo fiscal. En dicho caso, elevadas tasas de interés en pesos y en dólares podrán desincentivar la demanda de inmuebles como activo de ahorro. Además en dicho caso la recuperación económica se retrasará perjudicando la demanda final de inmuebles. Aún así, las propiedades verán sus valores en dólares mejorar debido principalmente a la unificación cambiaria. Dado que el precio de las propiedades está en general fijado en dólares – en particular en dólares billetes que hasta hace poco eran dólares blue – y dado que el nuevo dólar billete estará (está) en un valor intermedio entre el antiguo dólar oficial y el antiguo dólar blue (o sea que hubo una apreciación del peso medido en términos de dólares billete), es esperable que las mismas propiedades se vean revaluadas medidas en términos de dólares billete. Ello se debe a que a pesar de usar al dólar como unidad de valor para las propiedades, en rigor el valor de mercado de las mismas está determinado por ofertas y demandas en pesos – que se denominan en dólares billete a los efectos de la transacción.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

El plan económico del Gobierno – Alcances y limitaciones.

Daniel Oks

El Gobierno optó por el tratamiento de shock para la eliminación del cepo cambiario – reemplazandoló o por un esquema de flotación administrada y (aparentemente) la remoción gradual de subsidios. El Gobierno espera que el fuerte ingreso de capitales y la eliminación de las retenciones a las exportaciones contribuirán a morigerar la magnitud de la devaluación del tipo de cambio unificado. El levantamiento del cepo no es total por cuanto no aplica para el pago del stock de utilidades no giradas al exterior ni para el stock de deuda con importadores – estas obligaciones serán atendidas mediante la emisión de sendos bonos. Esto contribuirá a descomprimir junto con la política monetaria un posible exceso de demanda inicial de divisas que podría disparar el dólar.

El impacto inicial sobre la demanda agregada será contractivo debido al impacto negativo sobre ingresos disponibles (por reducción de subsidios), salarios reales (por devaluación y retenciones) y menor propensión al consumo (ante mayores tasas de interés). La reducción gradual de subsidios suaviza la transición hacia el mediano plazo – plazo en el cual las exportaciones netas y la inversión juegan un rol más importante. Además el impacto positivo sobre la oferta de la eliminación del cepo – al aumentar la oferta de insumos críticos – contribuirá a la inversión y recuperación aún en el corto plazo. La recuperación del empleo y el crecimiento económico vendrán de la mano de aumentos en la inversión y mejoras en la productividad en un marco de mayor competencia. El riesgo de este plan está atado a las incertezas de una estrategia de convergencia fiscal y el posible retraso en decisiones de inversión a la espera de precios relativos que compensen los costos de producción.

Un programa fiscal y monetario consistente es esencial para evitar que la corrección cambiaria se traslade mayoritariamente a inflación. El elemento central de la estrategia fiscal es la reducción de subsidios a las empresas de energía y transporte con ahorros fiscales de cerca de 5% del PBI – más cercanos al 3% si se adopta una tarifa social. Si bien el probable programa gradual para la eliminación de subsidios mitiga el riesgo de una estampida inflacionaria, el ahorro fiscal será menor en el corto plazo y,  posiblemente, hasta se podría compensar con la elevación del piso para el impuesto a las ganancias, el comprometido reajuste de pensiones y la eliminación de retenciones. En ausencia de un plan de mejora fiscal de mediano plazo vigoroso y convincente, la política monetaria está llamada a jugar un rol importante – tal como lo reveló el Banco Central en su última licitación de Letras.  Pero el ajuste monetario sin un programa de convergencia fiscal es una mala combinación para la recuperación del crecimiento y la estabilidad de precios – al implicar elevadas tasas de interés y endeudamiento creciente.

La respuesta más lenta de la inversión y la ausencia de credibilidad de la estrategia fiscal pueden mitigarse si se dan señales claras de convergencia a precios relativos de mercado en el mediano plazo y si se anuncia un plan coherente de reducción y mayor eficiencia del gasto. La negociación con los holdouts y la ampliación de crédito multilateral permitirá explotar la ventaja de un bajo nivel de endeudamiento externo inicial para financiar críticas inversiones de infraestructura. La estrategia debería ir acompañada también de reformas microeconómicas e institucionales para promover la inversión: marcos regulatorios pro-mercado en los sectores de infraestructura, minería y agricultura; integración comercial ampliando mercados más allá del Mercosur y bajando el costo de la protección; profundas reformas de los mercados de capitales junto con una estrategia de integración financiera; y autonomía del INDEC, BCRA y la justicia. El impacto social del programa propuesto se verá beneficiado por: los aumentos de la competitividad externa que impactan sobre el volumen y calidad del empleo; el mantenimiento y profundización de las políticas sociales; y la adopción de políticas tributarias progresivas anunciadas.


En resumen, el principal riesgo del plan actual surge de una pesada herencia fiscal y un plan que al menos en el corto plazo no da señales claras de cómo superarla. La trayectoria fiscal de mediano plazo debe estar bien delineada y ser creíble para generar la estabilidad macroeconómica que los mercados necesitan para que la inversión responda. Es probable que las mejoras fiscales provengan – como históricamente ha ocurrido – de una licuación del gasto real en la ejecución presupuestaria lo que se verá reflejado en una inflación importante durante el primer semestre seguido de un proceso de desinflación y recuperación económica posterior. Pero de no mediar el anuncio de una trayectoria  de medidas fiscales creíbles, la inversión puede tardar en responder y la recuperación retrasarse. 
Shock y Gradualismo – El plan del Gobierno.

Daniel Oks

Desde una perspectiva  macroeconómica, el gobierno cuenta con tres opciones básicas: shock, gradualismo o – la preferida por el actual equipo – el tratamiento de shock para la eliminación del cepo cambiario (y su reemplazo por un esquema de flotación administrada) y la remoción gradual de subsidios.

Bajo este esquema que se complementa con un plan de financiamiento externo para reconstituir una base mínima de reservas, el Gobierno espera que el fuerte ingreso de capitales y la eliminación de las retenciones a las exportaciones contribuirán a morigerar la magnitud de la devaluación del tipo de cambio unificado de mercado. Un programa fiscal y monetario consistente es esencial para evitar que la corrección cambiaria se traslade a la inflación. El elemento central de la estrategia fiscal es la reducción de subsidios a las empresas de energía y transporte con ahorros fiscales de cerca de 5% del PBI – más cercanos al 3% si se adopta una tarifa social y se computa la eliminación de retenciones. El probable gradualismo en la reducción de tarifas implica un ahorro fiscal menor en el corto plazo que posiblemente se compense (o al menos erisione sustancialmente) con la elevación del piso para el impuesto a las ganancias, el comprometido reajuste de pensiones y la eliminación de retenciones. En ausencia de un plan de mejora fiscal vigoroso en el corto plazo, la política monetaria está llamada a jugar un rol importante para evitar una disparada del dólar con lo que las tasas de interés subirán marcadamente en el corto plazo. 

 El impacto inicial sobre la demanda agregada será contractivo debido al impacto negativo sobre ingresos disponibles (por reducción de subsidios), salarios reales (por aumento del precio de los bienes transables – devaluación y retenciones) y propensión al consumo (ante mayores tasas de interés). Comparado con una estrategia de shock en la reducción de subsidios el plan del gobierno impacta menos sobre ingresos disponibles suavizando la transición hacia el mediano plazo cuando las exportaciones netas y la inversión juegan un rol más importante. Por otro lado, el impacto positivo sobre la oferta de la eliminación del cepo – al aumentar la oferta de insumos críticos – contribuirá a la inversión y recuperación aún en el corto plazo. El gradualismo tarifario también permite mitigar el riesgo de una estampida inflacionaria. El riesgo de este plan para la inversión proviene del retraso en decisiones de inversión a la espera de precios relativos que compensen los costos de producción. También genera incertezas desde el punto de vista de la estrategia de convergencia fiscal para achicar el déficit.

La estrategia oficial tiene la virtud de atacar en forma de shock el problema más crucial que afecta la liquidez y la solvencia de la economía: la escasez de reservas, el atraso cambiario y la restricción de oferta que implica el cepo. Al ir acompañada de una estrategia de integración comercial y financiera este plan permite una respuesta más rápida de las exportaciones y del financiamiento externo a la vez que suaviza el impacto contractivo sobre los ingresos disponibles al graduar en el tiempo la reducción de subsidios. La respuesta más lenta de la inversión y la ausencia de credibilidad de la estrategia fiscal pueden no ser tales si se dan señales claras de convergencia a precios relativos de mercado en el mediano plazo y si se adopta un marco regulatorio competitivo para los sectores de infraestructura.

La negociación con los holdouts y los entes multilaterales facilitará el acceso al financiamiento externo permitiendo aprovechar el bajo nivel de endeudamiento externo inicial y el potencial de financiar críticas inversiones de infraestructura. La estrategia debe ir acompañada de reformas microeconómicas e institucionales para promover la inversión: marcos regulatorios pro-mercado en los sectores de infraestructura, minería y agricultura; integración comercial ampliando mercados más allá del Mercosur y bajando el costo de la protección; autonomía del INDEC, BCRA y la justicia. El impacto social del programa propuesto se verá beneficiado por: los aumentos de la competitividad externa que impactan sobre el volumen y calidad del empleo; el mantenimiento y profundización de las políticas sociales; y la adopción de políticas tributarias progresivas ya anunciadas.

El mayor riesgo del plan actual surge de la herencia fiscal del Gobierno anterior (coparticipación, ventas de dólares futuros y desbalance fiscal) junto con promesas electorales (ajuste de mínimos no imponibles de ganancias, ajuste de pensiones y obras de infraestructura) con fuerte impacto fiscal. La trayectoria fiscal de mediano plazo debe estar bien delineada y ser creíble para generar la confianza que los mercados necesitan para que la inversión responda. En cualquier caso, es probable que las mejoras fiscales provengan – como históricamente ha ocurrido – de una licuación del gasto real en la ejecución presupuestaria lo que se verá reflejado en una inflación importante durante el primer semestre seguido de un proceso de desinflación y recuperación económica posterior.