No es tanto lo que la
Economía puede hacer por el Real Estate
como lo que el Real Estate puede hacer
por la Economía.
Esta nota analiza la coyuntura desfavorable por la cual está
atravesando la economía, identifica los factores que posiblemente permitan salir
de la recesión destacando el rol que el Real Estate puede jugar para impulsar la
recuperación. Concluye con algunas opciones de política que el gobierno tiene
para contribuir al rebote cíclico y para crear condiciones para una senda de
crecimiento sostenido.
Lo malo. La caída
intermensual de la actividad económica en Octubre y la caída acumulada durante
el 2016 fue mayor a la esperada. A pesar de su volatilidad, las en promedio elevadas
tasas de interés – en relación al dólar futuro – conspiran contra la
recuperación de la inversión. Las correcciones de precios relativos (tipo de
cambio, retenciones y tarifas) conllevaron aumentos de precios mayores a los
aumentos de salarios y del gasto público nominal implicando caídas reales del
salario, del consumo y del gasto público; estas caídas no fueron compensadas
por mayores exportaciones y la inversión que muestra una caída en el primer
semestre. La pobreza mayor al 30%, a pesar del mayor gasto social, no da
síntomas de mejoría.
La falta de una trayectoria creíble de convergencia del
déficit fiscal a niveles sustentables a mediano plazo (niveles de déficit que
estabilicen la relación deuda-producto) deja a la política monetaria sola en la
batalla por reducir la inflación. Ello ocurre porque el ancla fiscal es lo que
le da sostén a la política monetaria en el mediano plazo – si los niveles de
deuda que financian al déficit se vuelven insostenibles, aumenta el riesgo de monetización
de los déficits y la restricción monetaria deja de ser efectiva. Así las expectativas
de menor inflación son sólo alimentadas por el pilar monetario; si la expansión
monetaria que surge de la meta de inflación del BCRA es menor a la expectativa
de inflación (que guía las demarcaciones de precios) debido a una estrategia
fiscal insostenible, se fuerza el ajuste por cantidades lo que implica menor
actividad económica. El correlato financiero es que, para alcanzar la meta de
inflación, el BCRA se ve obligado a fijar tasas de interés domésticas más
elevadas lo que vuelve atractivas inversiones financieras en detrimento de la
inversión real. A su vez, el financiamiento externo de los déficits fiscales
genera ingreso de divisas que inducen apreciación cambiaria generando problemas
de competitividad.
Tampoco ayudan los factores externos: i) los recientes aumentos
de las tasas de interés de mediano y largo plazo tras la victoria de Trump en
EEUU; ii) la posible caída del precio de commodities
en dólares asociados al fortalecimiento del dólar; y iii) la desaceleración del
comercio mundial y un mayor riesgo de proteccionismo a nivel global (en
contraposición a la apertura que propone el gobierno).
Lo bueno. Al
comienzo fue la salida ordenada del cepo, el reordenamiento (desordenado) tarifario,
la normalización del INDEC, el arreglo con los holdouts y la eliminación de retenciones al agro. Asimismo el
pasaje por el Congreso de varias leyes tras positivas negociaciones con la
oposición incluyendo la ley de sinceramiento fiscal y la ley PYME. Más
recientemente la caída de la inflación, la mejora en el índice de confianza del
consumidor de la UTDT, el éxito del sinceramiento fiscal del efectivo, y (aunque aún no marca tendencia) la caída
en la tasa de desempleo. Hay además brotes verdes en el agro, la energía y en
menor medida las telecomunicaciones y la minería. Aunque la caída del déficit
fiscal no parece vaya a ser significativa, hay al menos una contracción del
gasto público real – el gasto primario consolidado creció 32% en el acumulado a
Enero-Octubre 2016 versus un aumento del IPC más cercano al 40% en igual
período. En la medida que los ingresos – que guardan una estrecha relación con
el PBI – se recuperen, el menor gasto real podría implicar una mejora automática
del balance fiscal.
Los siguientes factores contribuyen a la recuperación:
i)
Factores que impactan en el consumo: la
reparación histórica con los pensionados; los paquetes de emergencia social; mejoras
en las asignación universal y las jubilaciones; el bono de fin de año; las revisiones
del impuesto a las ganancias.
ii)
Factores que impactan en la inversión: el
ambicioso plan de obras públicas (tras una parálisis inicial y lenta
recuperación) será un dinamizador de industrias relacionadas y del empleo en la
construcción; un nuevo marco regulatorio para inversiones público-privadas en
las áreas de infraestructura generará demanda de empleo y mejoras en la
competitividad (el gobierno espera inversiones de US$30.000 millones); el
sinceramiento fiscal (a juzgar por el blanqueo de efectivo) alcanzará valores superiores
a los US$60.000 millones y contribuirá a dinamizar inversiones en el país
previamente limitadas por la imposibilidad de justificar el origen de fondos.
iii)
Otros factores que dinamizarán la demanda
agregada: el crecimiento del crédito doméstico al sector privado (17,6%
anualizado creció en el tercer trimestre el crédito de la banca privada
nacional) facilitado por menor inflación, menores tasas de interés y nuevas fórmulas
de indexación; el fuerte aumento del financiamiento externo al soberano y a las
corporaciones (US$25.000 millones a Octubre); e importantes anuncios de
inversión directa extranjera (US$58.300 millones en 2016-19 según el sitio del
Ministerio de Hacienda).
iv)
Los brotes verdes en agricultura, agroindustria
y energía se podrían extender a otros sectores (minería, infraestructura,
sectores tecnológicos) en la medida que los marcos regulatorios público-privados
y el financiamiento multilateral y privado externo faciliten la inversión, se
terminen de eliminar las distorsiones de precios relativos y se asegure una
relativa estabilidad tributaria.
v)
Más adelante, la reforma tributaria, si logra
ampliar la base imponible tras el sinceramiento, podría bajar la presión
impositiva (menores alícuotas) y permitir una reducción de los impuestos al
trabajo (los aportes patronales están entre los más altos de la región) favoreciendo
el empleo formal; asimismo la simplificación del régimen tributario y reducción
de alícuotas podría beneficiar a PYMES a la vez que contribuiría a una mayor
formalización mejorando su potencial de financiamiento y competitividad.
vi)
La posible estabilización de Brasil en 2017 – la
caída interanual del PBI viene reduciéndose en 2016 – contribuirá a que dicho
país deje de ser un factor de contracción de la economía argentina.
vii)
En este contexto, e impulsado fuertemente por el
blanqueo, la demanda de Real Estate
puede ser uno de los principales canales de transmisión de mejores expectativas
que se traduzcan en inversión efectiva.
¿Porqué el Real Estate ayudará? Los fondos del
sinceramiento fiscal están disponibles para inversiones locales en Real Estate desde fines de octubre
(blanqueo de efectivo) pero seguramente serán mucho más importantes a fin de
año cuando vence el plazo (a la tasa más conveniente) para casi todas las
formas de exteriorización de activos. Esto impactará fuertemente sobre la
demanda de Real Estate – como de
hecho viene produciéndose desde Noviembre a raíz del sinceramiento de efectivo.
A esto se sumará la nueva demanda originada a través de los nuevos fondos
cerrados inmobiliarios que están exento del impuesto al blanqueo (se estima que
podrían superar los US$1000 millones).
Algunos proyectos inmobiliarios encuentran frenados por el
fuerte alza de los costos en dólares. La mayor demanda del sector que se
observa recientemente va dirigida a inmuebles usados o a estrenar construidos
con costos históricos más bajos. En la medida que el stock de lo ya construido
se vaya agotando, los nuevos emprendimientos con costos más altos se traducirán
en aumentos de precios de las nuevas unidades. La repatriación de capitales, la
inversión extranjera y el financiamiento externo seguirán impulsando aumentos
en los ingresos y precios de la propiedad medidos en dólares. Los efectos
riqueza que el aumento del precio de la propiedad genera suele ser un factor de
estímulo del consumo.
La dinámica mencionada se ve avalada por el aumento en el número
y el valor de las escrituras (el valor en CABA aumentó 80 % en el acumulado de
los primeros 10 meses), el aumento del crédito hipotecario (un 30% más de
escrituras con hipoteca en los primeros 10 meses de 2016) , y las mejoras de
los precios medidos en dólares de la propiedad (entre 5% y 10% en un año en
CABA). El impacto conjunto de la reactivación de las construcciones privadas y la
obra pública traccionará sobre las entregas de cemento y otros insumos de la
construcción y sobre todo el empleo (dado que la construcción es uno de los
rubros más empleo-intensivos) contribuyendo así a la recuperación.
El déficit habitacional, el insuficiente desarrollo de
centros comerciales, logística, y oficinas, la sub-oferta residencial de
calidad orientada a la clase media, y el déficit de infraestructura turístico entre
otros, son algunos de los factores estructurales que avalan potencialmente
importantes inversiones en el sector. La inversión privada en propiedades es
complementaria de la inversión en infraestructura pública y privada que el
actual gobierno apunta a mejorar.
En el proceso de apertura propuesto, la inversión nueva se
destinará a sectores atrasados con potencial de integración a la economía
global. Además del Real Estate, la
inversión nueva se orientará a sectores como el agropecuario, la agroindustria,
la minería, la energía, las telecomunicaciones, la minería, y la producción de
conocimiento y cultura (uno de los sectores de mayor crecimiento de
exportaciones). La dinámica de estos sectores implicará asimismo nuevas
oportunidades para el Real Estate,
sector que a su vez enfrenta desafíos importantes para mejorar su productividad,
eficiencia y calidad de diseño en función de los cambios tecnológicos y los
procesos de innovación.
Los - continuos - desafíos del gobierno:
matriz para un plan. El gobierno debería delinear y comunicar en forma
transparente una estrategia de convergencia fiscal gradual a un nivel de gasto
y de déficit fiscal más sostenible en el tiempo. Debería también
simultáneamente desarrollar y-o comunicar mejor un programa de reformas para
activar las fuentes de crecimiento y mejorar la equidad conducentes a mejorar
la competitividad y promover la inserción activa del capital humano en procesos
de innovación. Ello incluye marcos regulatorios pro-competencia para que el
sector privado pueda asumir importantes responsabilidades en el desarrollo de
infraestructura, mercados de capitales e integración a la economía global.
También requiere importantes reformas en la estructura tributaria, políticas de
innovación activas y reformas del mercado laboral para reducir la informalidad,
facilitar la mobilidad, y alinear incentivos al desarrollo y la inversión con
los intereses de los trabajadores. Finalmente exige políticas de contención
social, de salud y educación compatibles con la equidad y potenciar el capital
humano para el crecimiento.
Finalmente quedan un par de consideraciones macroeconómicas:
A. Entre las reformas fiscales que deberían encararse está la
fijación de metas fiscales estructurales. Ello implica adoptar una meta de
balance fiscal que sea neutral en relación al ciclo económico; el balance
fiscal estructural es el balance que resulta de ajustar los ingresos y egresos
estatales en función de la fase del ciclo económico por el cual la economía
transita. Por ejemplo, dada la relación positiva entre la recaudación y el PBI,
los ingresos públicos estructurales se calculan reemplazando la recaudación
efectiva por la recaudación que resultaría si el PBI estuviera en su nivel
tendencial. De este modo, si la economía está por debajo de su tendencia (como en
2016), y dado un cierto gasto público real, se podría admitir un nivel de
déficit corriente más elevado que el estructural debido a que el ingreso
estructural sería más alto que el de los ingresos corrientes. Del mismo modo se
podría reemplazar el gasto primario por el gasto primario estructural en la
medida que haya componentes del gasto que dependen del nivel de actividad (por
ejemplo, los planes parea desempleados). Con una meta de balance estructural
consistente con un nivel sustentable de deuda, la política fiscal naturalmente
jugaría un rol anti-cíclico contraponiéndose al carácter pro-cíclico que
históricamente ha tenido. Al mismo tiempo, el posiblemente elevado déficit
fiscal del 2016 podría ser reinterpretado como un déficit estructural
considerablemente más bajo debido a ingresos estructurales más altos y egresos
estructurales más bajos que los que el déficit corriente mide.
B. En vista del gradualismo comprometido por el gobierno, el
BCRA debería fijar una meta de desinflación más gradual. Sin abandonar la
credibilidad que ya se ha ganado, una meta de desinflación más gradual permitiría
desactivar una buena parte de los negocios financieros que conspiran contra la
inversión real y a la vez lograría atenuar el proceso de apreciación cambiaria
incipiente. Estas señales, permitirían acelerar la transformación de la mejora
efectiva de ingresos y liquidez disponible en decisiones de consumo e inversión.
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