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jueves, 9 de marzo de 2017
domingo, 26 de febrero de 2017
Argentina y el Real Estate en 2017.
Entrevista de Adriana Anzilotti a Daniel Oks
Para Argenprop - 23/2/17
Escenario macro y microeconómico. La situación actual.
“Argentina
viene de un año de profundas transformaciones y está en
etapa de
recuperación. Un dato revelador es que el sistema de encuestas de agentes del
mercado del BCRA pronostica un crecimiento en promedio del 3% para 2017. Además
el
indicador
líder del BCRA (que anticipa cambios de ciclo) anticipa una salida de la
recesión; éste está basado - entre otros indicadores - en ventas de cemento,
demanda de muebles para oficinas,
producción
de automotores, el índice de confianza del
Consumidor
(UTDT) e indicadores financieros como (Merval, índices de
bonos).”
Y sin titubear
agrega: “El 2016 seguramente será recordado
como un año
de cambios en el que se eliminaron distorsiones
cambiarias,
comerciales, financieras y tarifarias en un contexto de
estrategia
fiscal gradual de reducción de déficits. Se recurrió a
financiamiento
externo para suavizar la transición, y gracias a señales de convergencia a
niveles de deuda sostenible (en que el ratio de deuda a PBI se estabiliza), el
riesgo país y la tasa de interés de la nueva deuda soberana bajó a niveles
inferiores al 6%”. Explica además que “las metas de inflación
incorporadas durante el segundo semestre (en que se alcanzó una inflación promedio
del 1,5% mensual) se cumplieron; las tasas de interés nominales implícitas en
los bonos largos convalida a futuro el proceso de desinflación anunciado por el
gobierno (aunque no tan rápidamente como prevé el BCRA).
Además se
han atendido antiguas demandas sociales como la reparación histórica con los
jubilados, con un impacto fiscal entre 1% y 2% del PBI; se ha extendido el
sistema de seguridad social (universalización de la AUH, programas de emergencia
social), y se han introducido reformas al IVA y Ganancias que beneficiaron a
los sectores más vulnerables. Todo ello permitió que el costo social y la
recesión no hayan sido tan profundos como se temía y el desempleo comenzara a
bajar hacia fines de 2016”. Asimismo la estabilización de los precios permitió que
el salario real inicie su recomposición durantre el segundo semestre de 2016 –
tendencia que probablemente se profundice durante 2017.
El
economista concluye además que “los fundamentos macroeconómicos y múltiples
reformas estructurales (política comercial y cambiaria, revisión del oneroso régimen
de Tierra del Fuego, marcos regulatorios y tarifarios de infraestructura, ley
de telecomunicaciones, marco para asociaciones
público-privadas,
ley de sinceramiento fiscal, ley PYMES, reformas
impositivas
para proteger a los sectores más vulnerables, cambios al
sistema de
ART, etc.) apuntan a mejorar el clima de negocios. Por eso, en la medida que
las reformas se implementen y la sociedad las avale, es probable que aumente la
inversión (aún en niveles magros) pasándose de la recuperación cíclica a un
proceso de crecimiento sustentable con mayor integración a la economía regional
y global.
Es crucial
en cualquier caso que las metas fiscales - que recientemente se han explicitado
con mayor claridad - se cumplan con rigor. Un déficit fiscal decreciente es
necesario para estabilizar la relación deuda-producto en un nivel sostenible
(entre 30% y 40%). El gran desafío no es la recuperación cíclica sino el crecimiento
sostenido lo que requiere a su vez que la inversión aumente a niveles
superiores al 20% del PBI.
El
crecimiento – dice Daniel Oks - depende también de factores externos, los que
en balance posiblemente tengan un efecto neutro. Por un lado, el proteccionismo declarado por el nuevo presidente de
EEUU genera incertidumbre y el impacto de sus planes fiscales ya se ha
traducido en aumentos de tasas de interés internacionales lo que no ayuda al
país ni a la región. Por otro lado, los mercados financieros en países
desarrollados en general reaccionaron
favorablemente ante los anuncios en EEUU, lo que junto con indicaciones de que
la economía de Brasil ha dejado de caer, beneficiarán a la Argentina tanto a
través de mayor inversión extranjera como de mayores exportaciones a Brasil. En
todo caso, el riesgo de un aumento del proteccionismo de EEUU tendría un
impacto acotado en Argentina, que sólo destina 7% de sus exportaciones a dicho
país. Por otro lado, existen importantes negociaciones para habilitar un mejor
acceso a bloques regionales como la UE y Alianza del Pacifico con potencial de
mejoras de exportaciones e inversión. Por último, los siempre importantes
términos de intercambio han mejorado
en los
últimos trimestres del 2016 y las tasas de interés externas si
bien han
subido se mantienen en niveles históricamente bajos.
En resumen, la
economía está en los comienzos de una fase expansiva con estabilización de
precios y buenas probabilidades de iniciar una nueva etapa de crecimiento
sostenido basado en un mejor clima de inversión y un contexto internacional que
es relativamente neutro.
El crédito hipotecario y la evolución del Real Estate.
“El
incipiente crecimiento del crédito, en particular el hipotecario,
si bien
parte de una base muy baja va a acompañar el proceso de
recuperación
cíclico y podría generar un aumento importante en la
demanda de
inmuebles”. Y menciona un dato interesante y es que por
primera vez
ocurre en tanto tiempo una reversión del ratio de propiedades alquiladas a
propiedades vendidas que venía aumentando hasta hace poco. Oks agrega: “El
desarrollo del crédito
hipotecario – uno de los mayores cambios estructurales que
este
gobierno está interesado en promover - potenciará la demanda de
propiedades
en particular en los sectores medios de la población con
ahorros
insuficientes para acceder a la vivienda. También potencialmente podría beneficiar
a desarrollistas cuyo fondeo tradicional está circunscripto a las pre-ventas.
Durante la etapa de desinflación fuerte (hasta 2019), el crédito hipotecario
será principalmente indexado (unidad de
indexación UVA). Los créditos UVA representan casi el 60% de los
créditos hipotecarios a tasa variable emitidos durante el año
pasado; el
stock pasó de 0 a $800 millones a fin de año. Este nuevo
instrumento
permite contratos financieros de largo plazo con una menor
cuota
inicial y asegurando a deudores y acreedores un valor real
cierto
(debido al ajuste por inflación) para pagos futuros, reduciendo
el riesgo
para prestamistas y tomadores de un aumento inesperado de
la inflación
como de una reducción súbita de la misma.
Cuando la inflación
alcance niveles de un dígito, y las tasas nominales de
interés
acompañen, se podrá esperar una fuerte competencia por el
otorgamiento
de hipotecas a tasas de interés no indexadas. Ello
redundará en
mejores condiciones de acceso al crédito para la
vivienda. En
los países de la región (particularmente en Chile) el tamaño del mercado
hipotecario es hasta 15 veces más grande que en la Argentina.
Tras 5 años
de estancamiento, la vuelta a un crecimiento aunque sea moderado cambiará el
perfil y sostenibilidad de la demanda de inmuebles. El interés por invertir en
Real Estate depende también del relativamente bajo riesgo relativo – en
comparación con otros
sectores como puede ser el sector transable durante un proceso de apertura
y reapertura de la cuenta de capitales (a su vez a menudo
asociados
con procesos de apreciación cambiaria). A ello se suma el
atraso
relativo en la oferta en el segmento residencial de medianos y
bajos
ingresos, como en el sector comercial (oficinas, logística y
centros
comerciales) donde el desarrollo en relación a otros países de
la región
(Chile, Brasil y México) es bajo”. Oks explica además que
“el muy
exitoso sinceramiento impositivo también ha tenido y seguirá
teniendo un
efecto derrame directo e indirecto sobre el sector
inmobiliario
– así como ya lo tuvo hace más de un año el levantamiento
del cepo que
llevó a un aumento importante en el número de escrituras
– 17,5% en
los primeros 11 meses de 2016 (y cerca de 80% en valores
nominales).
El efecto directo proviene de los que blanquearon y ahora
pueden
justificar ingresos para la compra de inmuebles así como de los
fondos
comunes de inversión inmobiliaria creados para blanquear sin
costo en
esos activos. Pero también existen canales indirectos,
particularmente,
a través del sistema financiero que sería uno de los
grandes
beneficiarios del blanqueo que puede ahora intermediar una
parte
importante de los ahorros que anteriormente estaban en el
exterior sin
declarar. El fortalecimiento del sistema financiero
potenciado
con las reformas de los mercados de capitales permitirá
ampliar la
oferta de financiamiento para el sector inmobiliario y de
la
construcción.
El Real
Estate posiblemente tenga un rol importante en la reactivación de la economía.
No sólo la construcción es un fuerte motor de la demanda de empleo sino que
también sus industrias proveedoras tienen un fuerte encadenamiento productivo hacia
otros sectores. Luego de tres trimestres de caídas pronunciadas, el empleo en
la construcción tuvo una fuerte recuperación durante el último trimestre del
año. Si bien no se dispone de la tasa de desempleo del último trimestre, del
segundo al tercer trimestre la tasa de desempleo cayó de 9,3% a 8,5%. La mayor
apertura permitirá incorporar nuevos materiales y técnicas de construcción a la
vez que generará oportunidades de inversión en el sector proveedor de nsumos.
Dichas mejoras de productividad, junto con el desarrollo de nuevas áreas de la
Ciudad de Buenos Aires y el conurbano facilitadas por ventas de tierras
públicas, inversiones de infraestructura, y el diseño de nuevas propuestas (oficinas
para co-working y residencias para co-living, desarrollos mixtos (con
áreas residenciales, oficinas y comerciales) son – junto
con el
desarrollo crediticio – los principales motores del desarrollo
del Real
Estate y serán esenciales para potenciar su efecto
reactivador
de la inversión.
“El hecho
que la inflación posiblemente le siga ganando al dólar – proceso inevitable
durante la etapa de desinflación y ajuste fiscal gradual con fondeo externo -
genera una brecha entre costos y precios de venta en dólares de los inmuebles. Dicha
brecha desalienta la inversión en el sector en el corto plazo. Sin embargo, dicha
brecha es transitoria en la medida que la política fiscal planea reducir
fuertemente el déficit y su demanda de financiamiento externo contribuyendo así
a reducir la oferta de dólares. Asimismo, el aumento del costo de reposición en
dólares hace que eventualmente – en la medida que se agote el stock de lo
construido con costos en dólares más bajos – el precio de las nuevas unidades
aumente medido en dólares, De hecho las subas en dólares de los
precios de los inmuebles el último año y medio ha subido entre 10% y 20%).
martes, 27 de diciembre de 2016
¿QUÉ PUEDE APORTAR HOY EL REAL ESTATE A LA ECONOMÍA?
por Daniel Oks (*)
En esta nota se analiza la coyuntura desfavorable por la cual está atravesando la economía e identifica los factores que posiblemente permitan salir de la recesión, destacando el rol importante del real estate para impulsar el crecimiento.
A los números…
La caída de la actividad económica a octubre de 2016 fue mayor a la esperada. El aumento de tasas de interés y las correcciones de precios relativos (tipo de cambio, retenciones y tarifas) conllevaron aumentos de precios mayores a los aumentos de salarios y del gasto público nominal, implicando caídas reales del salario, del consumo y del gasto público primario.
Estas caídas no fueron compensadas por mayores exportaciones y la inversión, que muestran una caída en el primer semestre.
La falta de una trayectoria creíble de convergencia del déficit fiscal a niveles sustentables a mediano plazo deja a la política monetaria sola en la batalla por reducir la inflación. Para alcanzar la meta de inflación, el BCRA se ve obligado a fijar tasas internas de interés elevadas, lo que desalienta la inversión real. El financiamiento externo de los déficit induce apreciación cambiaria –reduciendo la competitividad–. Tampoco ayudan los factores externos debido a aumentos de las tasas de interés y la desaceleración del comercio mundial.
Logros institucionales
En contraste, hay importantes logros institucionales: la salida ordenada del cepo, el inicio del reordenamiento tarifario, la normalización del Indec, el arreglo con los holdouts y la eliminación de retenciones al agro.
Asimismo, el pasaje por el Congreso de varias leyes consensuadas con la oposición, incluyendo la ley de sinceramiento fiscal, la Ley Pyme y la del Impuesto a las Ganancias. Más recientemente se comienzan a avizorar resultados: la caída de la inflación (1,5% mensual en promedio), la mejora en el índice de confianza del consumidor y el aparente éxito del sinceramiento fiscal –mayor a US$ 60.000 millones–. Además de los brotes verdes en el agro, la energía y, en menor medida, las telecomunicaciones y la minería, se comenzó a observar desde octubre mejoras intermensuales en la industria.
¿Y el 2017?
La recuperación económica en 2017 se verá favorecida tanto por factores que impulsarán el consumo –la reparación histórica con los pensionados, los paquetes de emergencia social, el bono de fin de año, las revisiones del Impuesto a las Ganancias, las paritarias– como por factores que impactarán sobre la inversión: el ambicioso plan de obras públicas, el nuevo marco regulatorio para inversiones público-privadas en infraestructura (el Gobierno estima US$30.000 millones), y el sinceramiento fiscal, y en general un mejor clima de inversión. También contribuirá a la demanda agregada el incipiente crédito interno al sector privado, el financiamiento externo (US$25.000 millones a octubre) e importantes anuncios de inversión directa extranjera (US$58.300 millones en 2016-2019 según el sitio del Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicas). Además, Brasil al menos dejará de ser un factor de contracción.
El real estate
En este contexto, el real estate puede ser uno de los principales canales de transmisión de expectativas que se traduzcan en inversión efectiva –la inversión en la industria despierta enfrenta incógnitas como el tipo de cambio y la apertura–. Los fondos del sinceramiento fiscal están disponibles para inversiones locales en real estate desde fines de octubre (blanqueo de efectivo), pero serán posiblemente hasta 10 veces más grandes cuando concluya el plazo para la exteriorización de activos bajo todas sus formas.
Esto impactará fuertemente sobre la demanda de real estate –como, de hecho, viene produciéndose desde noviembre a causa del sinceramiento de efectivo–. A esto se sumará la nueva demanda originada a través de los nuevos fondos cerrados inmobiliarios que están exentos del impuesto al blanqueo.
La dinámica mencionada se ve avalada por el aumento en el número y el valor de las escrituras (el valor en CABA aumentó 80% en el acumulado de los primeros 10 meses), el aumento del crédito hipotecario (30% más de escrituras con hipoteca en los primeros 10 meses de 2016), y las mejoras de los precios medidos en dólares de la propiedad (alrededor del 10% interanual en CABA). El impacto conjunto de la reactivación de las construcciones privadas y la obra pública traccionará sobre las entregas de cemento y otros insumos de la construcción y, sobre todo, el empleo (dado que la construcción es uno de los rubros más empleo intensivos) contribuyendo, así, a la recuperación económica.
Precios fuertes
Algunos proyectos inmobiliarios se encuentran frenados por el fuerte alza de los costos de la construcción medidos en dólares. La mayor demanda del sector que se observara recientemente va dirigida a inmuebles usados o a estrenar construidos con costos históricos más bajos. En la medida en que el stock de lo ya construido se vaya agotando, los nuevos emprendimientos con costos más altos se traducirán en aumentos de precios de las nuevas unidades. La probable continua apreciación real del peso (debido al sinceramiento fiscal, la inversión extranjera y el financiamiento externo) hará que los ingresos medidos en dólares crezcan más rápido que los ingresos medidos en pesos ajustados por inflación. Por ello, la revalorización en dólares de los inmuebles no encontrará una restricción de demanda por escasez de divisas.
Demanda sostenida
Los déficit estructurales del real estate avalarán la nueva demanda. El déficit habitacional, el relativamente bajo nivel de desarrollo de centros comerciales, los elevados costos logísticos, la suboferta de oficinas corporativas y del sector residencial de clase media, y el déficit de infraestructura turístico, entre otros, son algunos de los factores estructurales que avalarán importantes inversiones en el sector. La inversión privada en propiedades es complementaria de la inversión en infraestructura pública que el actual Gobierno apunta a mejorar.
En el proceso de apertura propuesto por el Gobierno, la inversión se destinará a sectores con potencial de integración a la economía global, como el agropecuario, la agroindustria, la minería, la energía, las telecomunicaciones, la minería, y la producción de conocimiento y cultura (uno de los sectores de mayor crecimiento de exportaciones). La dinámica de estos sectores implicará asimismo nuevas oportunidades para el real estate, sector que a su vez enfrenta desafíos importantes para mejorar su productividad, eficiencia y calidad de diseño en función de los cambios tecnológicos y los procesos de apertura e innovación.
(*) Economista y presidente de la desarrollista inmobiliaria DESUR
miércoles, 14 de diciembre de 2016
MIERCOLES 14 DE DICIEMBRE DE 2016 EL ECONOMISTA II 15
Debates.
por Por Daniel Oks (*)
Las política fiscal y monetaria podrían ser más gradualistas.
Como la economía está por debajo de su tendencia, y dada la importante caída proyectada del gasto público real, la política fiscal ha sido contractiva. Además, una meta de desinflación más gradual permitiría suavizar o mitigar los costos de la estrategia desinflacionaria.
La falta de una trayectoria creíble de convergencia del déficit fiscal a niveles sustentables a mediano plazo (niveles de déficit que estabilicen la relación deuda-producto) deja a la política monetaria sola en la batalla por reducir la inflación. Ello ocurre porque el ancla fiscal es lo que le da sostén a la política monetaria en el mediano plazo –si los niveles de deuda que financian al déficit se vuelven insostenibles, aumenta el riesgo de monetización de los déficit y la restricción monetaria deja de ser efectiva–. Así, las expectativas de menor inflación son sólo alimentadas por el pilar monetario. Si la expansión monetaria que surge de la meta de inflación del BCRA es menor a la expectativa de inflación (que guía las marcaciones de precios) debido, por ejemplo, a una estrategia fiscal insostenible, se fuerza el ajuste por cantidades (al no haber suficiente liquidez para absorber bienes a los precios más altos, las empresas venden menos unidades) lo que implica menor actividad económica. El correlato financiero es que, para alcanzar la meta de inflación, el BCRA se ve obligado a fijar tasas de interés más elevadas, lo que vuelve atractivas inversiones financieras en detrimento de la inversión real. A su vez, el financiamiento externo de los déficit fiscales genera ingreso de divisas que inducen apreciación cambiaria generando problemas de competitividad y menor oferta de bienes.
El debate
¿Cuán creíble es la política fiscal gradualista del Gobierno? La presunción es que no es creíble porque siquiera es gradualista. Acá argumentamos –contra la corriente– que sí es gradualista y que inclusive se asemeja más a una política de shock una vez que se tiene en cuenta la fase del ciclo económico y la erosión inflacionaria del gasto público y la recaudación. El fuerte financiamiento externo recibido en 2016 es atribuible no sólo al déficit fiscal sino también a la refinanciación de deuda existente y a la sustitución de emisión monetaria por deuda financiera.
Los números
Para demostrar este punto evaluamos los dos componentes del déficit fiscal primario en su comportamiento real y en relación al ciclo económico: el gasto primario (sin intereses) y la recaudación. En gasto primario (de caja) consolidado creció 32,2% en el acumulado enero-octubre de 2016. Frente a este aumento, el IPC acumulado interanual del Congreso escaló 43,9%. Esto implica un ajuste contractivo de aproximadamente el 8,1% del gasto primario real. Si bien es probable que haya una reversión durante los últimos meses por el atraso en obra pública (que en parte se compensa en los últimos meses) y por nuevos compromisos de partidas sociales y pensiones, la reversión posiblemente será sólo parcial. En rigor, en la fase baja del ciclo como en 2016, el gasto público primario real debería haber aumentado si se hubiera comportado anticíclicamente, como se espera al menos que ocurra con las partidas sociales. El hecho de que haya caído, en cambio, indica que la política fiscal ha sido contractiva y procíclica. En otras palabras, fue una política de ajuste tradicional por el lado del gasto. Por el lado de los ingresos –que guardan una estrecha relación con el PIB (por ejemplo, IVA, Ganancias y/o seguridad social)– los ingresos tributarios del Estado Nacional crecieron 27,6% en el acumulado interanual del período enero-octubre de 2016. En relación a la inflación, la recaudación real cayó 11,3%. Seguramente los ingresos extraordinarios del blanqueo contribuirán a atenuar dicha caída pero difícilmente anularla y, en todo caso, son un recurso extraordinario (y no recurrente, aunque aumente la base impositiva). Pero, dado que los ingresos dependen del ciclo económico, la caída de la recaudación real no marca el verdadero rumbo o impacto de la política fiscal sino que más bien refleja la caída de la actividad. En varios países se toma el balance fiscal estructural –que corrige el balance primario por el impacto del ciclo económico– como la verdadera medida del impacto fiscal. Así medido, correspondería sustituir los ingresos efectivos por los ingresos de tendencia. Los ingresos de tendencia se pueden obtener estimando la relación entre recaudación y PIB (a través de un análisis estadístico) y tomando el PIB de tendencia (que a su vez surge de suavizar los ciclos tomando la tendencia de crecimiento o estancamiento del PIB). Dado el estancamiento relativo del PIB en 2012-2015, y como simplificación metodológica, podemos tomar la relación recaudación-PIB en 2015 como un ratio de tendencia y el PIB de tendencia en 2016 igual al de 2015. De esos supuestos resulta que los ingresos de tendencia son 12,7% más altos que los ingresos corrientes reales proyectados para 2016. En tal sentido, la política fiscal actuó anticíclicamente pero no se puede decir que los ingresos estructurales hayan caído y, con lo cual, no se puede descartar que la polí- tica fiscal haya sido gradualista por el lado de los ingresos.
La clave
En resumen, en vistas de que la economía se halla por debajo de su tendencia en 2016, y dada la importante caída proyectada del gasto público real y que los ingresos estructurales se estarían moviendo poco, se puede argumentar que la política fiscal ha sido estructuralmente contractiva debido principalmente al comportamiento del gasto primario real. Si el Gobierno comunicara esta dimensión –la política fiscal estructural– tal vez el anuncio de una estrategia fiscal gradualista sería más creíble y los mercados y las inversiones no estarían afectados como algunos analistas suponen.
El factor monetario
El segundo punto de esta columna tiene que ver con la consistencia de la política monetaria con el gradualismo fiscal. Una meta de desinflación más gradual alineada con la meta fiscal gradualista permitiría suavizar o mitigar los costos de la estrategia desinflacionaria. En primer lugar, una meta de desinflación más gradual, al reducir el rendimiento esperado de los bonos del Gobierno, permitiría desactivar varios negocios financieros que conspiran contra la inversión real. En segundo lugar, con tasas de interés ex ante más bajas en relación a la inflación esperada, el influjo de capitales que deprime el tipo de cambio se reduciría atenuando el proceso de apreciación cambiaria real. Estas señales permitirían acelerar la transformación de la mejora efectiva de ingresos y liquidez disponible en decisiones de consumo e inversión. Más allá de la necesidad de delinear y comunicar en forma transparente una estrategia de convergencia fiscal y monetaria gradual a un nivel de gasto y de déficit fiscal más sostenible en el tiempo, el Gobierno debería también simultáneamente desarrollar y/o comunicar mejor un programa de reformas para activar las fuentes de crecimiento y mejorar la equidad conducentes a mejorar la competitividad y promover la inserción activa del capital humano en procesos de innovación.
La agenda
Ello incluye marcos regulatorios procompetencia para que el sector privado pueda asumir importantes responsabilidades en el desarrollo de infraestructura, mercados de capitales e integración a la economía global. Asimismo, la nueva reforma tributaria debería reducir los costos no remunerativos del salario con miras a mejorar el empleo formal y la formalización de las Pymes. A efectos de mejorar las condiciones competitivas de las pymes, se debería enmarcar dentro del marco de defensa de la competencia el poder monopólico de los sindicatos –así como reducir la litigiosidad laboral ilegítima que desincentiva al igual que los excesivos impuestos al trabajo el empleo formal–. Más recursos deberían dirigirse a apoyar el emprendedorismo así como a políticas activas que faciliten la reconversión de capacidades en el mercado de trabajo pensando en la apertura gradual de la economía. Finalmente, se deberían profundizar las políticas de contención social, salud y educación compatibles con la equidad y el desarrollo del potencial del capital humano crucial para la igualdad de oportunidades y el crecimiento.
(*) Economista y presidente de la desarrollista DESUR.
por Por Daniel Oks (*)
Las política fiscal y monetaria podrían ser más gradualistas.
Como la economía está por debajo de su tendencia, y dada la importante caída proyectada del gasto público real, la política fiscal ha sido contractiva. Además, una meta de desinflación más gradual permitiría suavizar o mitigar los costos de la estrategia desinflacionaria.
La falta de una trayectoria creíble de convergencia del déficit fiscal a niveles sustentables a mediano plazo (niveles de déficit que estabilicen la relación deuda-producto) deja a la política monetaria sola en la batalla por reducir la inflación. Ello ocurre porque el ancla fiscal es lo que le da sostén a la política monetaria en el mediano plazo –si los niveles de deuda que financian al déficit se vuelven insostenibles, aumenta el riesgo de monetización de los déficit y la restricción monetaria deja de ser efectiva–. Así, las expectativas de menor inflación son sólo alimentadas por el pilar monetario. Si la expansión monetaria que surge de la meta de inflación del BCRA es menor a la expectativa de inflación (que guía las marcaciones de precios) debido, por ejemplo, a una estrategia fiscal insostenible, se fuerza el ajuste por cantidades (al no haber suficiente liquidez para absorber bienes a los precios más altos, las empresas venden menos unidades) lo que implica menor actividad económica. El correlato financiero es que, para alcanzar la meta de inflación, el BCRA se ve obligado a fijar tasas de interés más elevadas, lo que vuelve atractivas inversiones financieras en detrimento de la inversión real. A su vez, el financiamiento externo de los déficit fiscales genera ingreso de divisas que inducen apreciación cambiaria generando problemas de competitividad y menor oferta de bienes.
El debate
¿Cuán creíble es la política fiscal gradualista del Gobierno? La presunción es que no es creíble porque siquiera es gradualista. Acá argumentamos –contra la corriente– que sí es gradualista y que inclusive se asemeja más a una política de shock una vez que se tiene en cuenta la fase del ciclo económico y la erosión inflacionaria del gasto público y la recaudación. El fuerte financiamiento externo recibido en 2016 es atribuible no sólo al déficit fiscal sino también a la refinanciación de deuda existente y a la sustitución de emisión monetaria por deuda financiera.
Los números
Para demostrar este punto evaluamos los dos componentes del déficit fiscal primario en su comportamiento real y en relación al ciclo económico: el gasto primario (sin intereses) y la recaudación. En gasto primario (de caja) consolidado creció 32,2% en el acumulado enero-octubre de 2016. Frente a este aumento, el IPC acumulado interanual del Congreso escaló 43,9%. Esto implica un ajuste contractivo de aproximadamente el 8,1% del gasto primario real. Si bien es probable que haya una reversión durante los últimos meses por el atraso en obra pública (que en parte se compensa en los últimos meses) y por nuevos compromisos de partidas sociales y pensiones, la reversión posiblemente será sólo parcial. En rigor, en la fase baja del ciclo como en 2016, el gasto público primario real debería haber aumentado si se hubiera comportado anticíclicamente, como se espera al menos que ocurra con las partidas sociales. El hecho de que haya caído, en cambio, indica que la política fiscal ha sido contractiva y procíclica. En otras palabras, fue una política de ajuste tradicional por el lado del gasto. Por el lado de los ingresos –que guardan una estrecha relación con el PIB (por ejemplo, IVA, Ganancias y/o seguridad social)– los ingresos tributarios del Estado Nacional crecieron 27,6% en el acumulado interanual del período enero-octubre de 2016. En relación a la inflación, la recaudación real cayó 11,3%. Seguramente los ingresos extraordinarios del blanqueo contribuirán a atenuar dicha caída pero difícilmente anularla y, en todo caso, son un recurso extraordinario (y no recurrente, aunque aumente la base impositiva). Pero, dado que los ingresos dependen del ciclo económico, la caída de la recaudación real no marca el verdadero rumbo o impacto de la política fiscal sino que más bien refleja la caída de la actividad. En varios países se toma el balance fiscal estructural –que corrige el balance primario por el impacto del ciclo económico– como la verdadera medida del impacto fiscal. Así medido, correspondería sustituir los ingresos efectivos por los ingresos de tendencia. Los ingresos de tendencia se pueden obtener estimando la relación entre recaudación y PIB (a través de un análisis estadístico) y tomando el PIB de tendencia (que a su vez surge de suavizar los ciclos tomando la tendencia de crecimiento o estancamiento del PIB). Dado el estancamiento relativo del PIB en 2012-2015, y como simplificación metodológica, podemos tomar la relación recaudación-PIB en 2015 como un ratio de tendencia y el PIB de tendencia en 2016 igual al de 2015. De esos supuestos resulta que los ingresos de tendencia son 12,7% más altos que los ingresos corrientes reales proyectados para 2016. En tal sentido, la política fiscal actuó anticíclicamente pero no se puede decir que los ingresos estructurales hayan caído y, con lo cual, no se puede descartar que la polí- tica fiscal haya sido gradualista por el lado de los ingresos.
La clave
En resumen, en vistas de que la economía se halla por debajo de su tendencia en 2016, y dada la importante caída proyectada del gasto público real y que los ingresos estructurales se estarían moviendo poco, se puede argumentar que la política fiscal ha sido estructuralmente contractiva debido principalmente al comportamiento del gasto primario real. Si el Gobierno comunicara esta dimensión –la política fiscal estructural– tal vez el anuncio de una estrategia fiscal gradualista sería más creíble y los mercados y las inversiones no estarían afectados como algunos analistas suponen.
El factor monetario
El segundo punto de esta columna tiene que ver con la consistencia de la política monetaria con el gradualismo fiscal. Una meta de desinflación más gradual alineada con la meta fiscal gradualista permitiría suavizar o mitigar los costos de la estrategia desinflacionaria. En primer lugar, una meta de desinflación más gradual, al reducir el rendimiento esperado de los bonos del Gobierno, permitiría desactivar varios negocios financieros que conspiran contra la inversión real. En segundo lugar, con tasas de interés ex ante más bajas en relación a la inflación esperada, el influjo de capitales que deprime el tipo de cambio se reduciría atenuando el proceso de apreciación cambiaria real. Estas señales permitirían acelerar la transformación de la mejora efectiva de ingresos y liquidez disponible en decisiones de consumo e inversión. Más allá de la necesidad de delinear y comunicar en forma transparente una estrategia de convergencia fiscal y monetaria gradual a un nivel de gasto y de déficit fiscal más sostenible en el tiempo, el Gobierno debería también simultáneamente desarrollar y/o comunicar mejor un programa de reformas para activar las fuentes de crecimiento y mejorar la equidad conducentes a mejorar la competitividad y promover la inserción activa del capital humano en procesos de innovación.
La agenda
Ello incluye marcos regulatorios procompetencia para que el sector privado pueda asumir importantes responsabilidades en el desarrollo de infraestructura, mercados de capitales e integración a la economía global. Asimismo, la nueva reforma tributaria debería reducir los costos no remunerativos del salario con miras a mejorar el empleo formal y la formalización de las Pymes. A efectos de mejorar las condiciones competitivas de las pymes, se debería enmarcar dentro del marco de defensa de la competencia el poder monopólico de los sindicatos –así como reducir la litigiosidad laboral ilegítima que desincentiva al igual que los excesivos impuestos al trabajo el empleo formal–. Más recursos deberían dirigirse a apoyar el emprendedorismo así como a políticas activas que faciliten la reconversión de capacidades en el mercado de trabajo pensando en la apertura gradual de la economía. Finalmente, se deberían profundizar las políticas de contención social, salud y educación compatibles con la equidad y el desarrollo del potencial del capital humano crucial para la igualdad de oportunidades y el crecimiento.
(*) Economista y presidente de la desarrollista DESUR.
viernes, 9 de diciembre de 2016
No es tanto lo que la
Economía puede hacer por el Real Estate
como lo que el Real Estate puede hacer
por la Economía.
Esta nota analiza la coyuntura desfavorable por la cual está
atravesando la economía, identifica los factores que posiblemente permitan salir
de la recesión destacando el rol que el Real Estate puede jugar para impulsar la
recuperación. Concluye con algunas opciones de política que el gobierno tiene
para contribuir al rebote cíclico y para crear condiciones para una senda de
crecimiento sostenido.
Lo malo. La caída
intermensual de la actividad económica en Octubre y la caída acumulada durante
el 2016 fue mayor a la esperada. A pesar de su volatilidad, las en promedio elevadas
tasas de interés – en relación al dólar futuro – conspiran contra la
recuperación de la inversión. Las correcciones de precios relativos (tipo de
cambio, retenciones y tarifas) conllevaron aumentos de precios mayores a los
aumentos de salarios y del gasto público nominal implicando caídas reales del
salario, del consumo y del gasto público; estas caídas no fueron compensadas
por mayores exportaciones y la inversión que muestra una caída en el primer
semestre. La pobreza mayor al 30%, a pesar del mayor gasto social, no da
síntomas de mejoría.
La falta de una trayectoria creíble de convergencia del
déficit fiscal a niveles sustentables a mediano plazo (niveles de déficit que
estabilicen la relación deuda-producto) deja a la política monetaria sola en la
batalla por reducir la inflación. Ello ocurre porque el ancla fiscal es lo que
le da sostén a la política monetaria en el mediano plazo – si los niveles de
deuda que financian al déficit se vuelven insostenibles, aumenta el riesgo de monetización
de los déficits y la restricción monetaria deja de ser efectiva. Así las expectativas
de menor inflación son sólo alimentadas por el pilar monetario; si la expansión
monetaria que surge de la meta de inflación del BCRA es menor a la expectativa
de inflación (que guía las demarcaciones de precios) debido a una estrategia
fiscal insostenible, se fuerza el ajuste por cantidades lo que implica menor
actividad económica. El correlato financiero es que, para alcanzar la meta de
inflación, el BCRA se ve obligado a fijar tasas de interés domésticas más
elevadas lo que vuelve atractivas inversiones financieras en detrimento de la
inversión real. A su vez, el financiamiento externo de los déficits fiscales
genera ingreso de divisas que inducen apreciación cambiaria generando problemas
de competitividad.
Tampoco ayudan los factores externos: i) los recientes aumentos
de las tasas de interés de mediano y largo plazo tras la victoria de Trump en
EEUU; ii) la posible caída del precio de commodities
en dólares asociados al fortalecimiento del dólar; y iii) la desaceleración del
comercio mundial y un mayor riesgo de proteccionismo a nivel global (en
contraposición a la apertura que propone el gobierno).
Lo bueno. Al
comienzo fue la salida ordenada del cepo, el reordenamiento (desordenado) tarifario,
la normalización del INDEC, el arreglo con los holdouts y la eliminación de retenciones al agro. Asimismo el
pasaje por el Congreso de varias leyes tras positivas negociaciones con la
oposición incluyendo la ley de sinceramiento fiscal y la ley PYME. Más
recientemente la caída de la inflación, la mejora en el índice de confianza del
consumidor de la UTDT, el éxito del sinceramiento fiscal del efectivo, y (aunque aún no marca tendencia) la caída
en la tasa de desempleo. Hay además brotes verdes en el agro, la energía y en
menor medida las telecomunicaciones y la minería. Aunque la caída del déficit
fiscal no parece vaya a ser significativa, hay al menos una contracción del
gasto público real – el gasto primario consolidado creció 32% en el acumulado a
Enero-Octubre 2016 versus un aumento del IPC más cercano al 40% en igual
período. En la medida que los ingresos – que guardan una estrecha relación con
el PBI – se recuperen, el menor gasto real podría implicar una mejora automática
del balance fiscal.
Los siguientes factores contribuyen a la recuperación:
i)
Factores que impactan en el consumo: la
reparación histórica con los pensionados; los paquetes de emergencia social; mejoras
en las asignación universal y las jubilaciones; el bono de fin de año; las revisiones
del impuesto a las ganancias.
ii)
Factores que impactan en la inversión: el
ambicioso plan de obras públicas (tras una parálisis inicial y lenta
recuperación) será un dinamizador de industrias relacionadas y del empleo en la
construcción; un nuevo marco regulatorio para inversiones público-privadas en
las áreas de infraestructura generará demanda de empleo y mejoras en la
competitividad (el gobierno espera inversiones de US$30.000 millones); el
sinceramiento fiscal (a juzgar por el blanqueo de efectivo) alcanzará valores superiores
a los US$60.000 millones y contribuirá a dinamizar inversiones en el país
previamente limitadas por la imposibilidad de justificar el origen de fondos.
iii)
Otros factores que dinamizarán la demanda
agregada: el crecimiento del crédito doméstico al sector privado (17,6%
anualizado creció en el tercer trimestre el crédito de la banca privada
nacional) facilitado por menor inflación, menores tasas de interés y nuevas fórmulas
de indexación; el fuerte aumento del financiamiento externo al soberano y a las
corporaciones (US$25.000 millones a Octubre); e importantes anuncios de
inversión directa extranjera (US$58.300 millones en 2016-19 según el sitio del
Ministerio de Hacienda).
iv)
Los brotes verdes en agricultura, agroindustria
y energía se podrían extender a otros sectores (minería, infraestructura,
sectores tecnológicos) en la medida que los marcos regulatorios público-privados
y el financiamiento multilateral y privado externo faciliten la inversión, se
terminen de eliminar las distorsiones de precios relativos y se asegure una
relativa estabilidad tributaria.
v)
Más adelante, la reforma tributaria, si logra
ampliar la base imponible tras el sinceramiento, podría bajar la presión
impositiva (menores alícuotas) y permitir una reducción de los impuestos al
trabajo (los aportes patronales están entre los más altos de la región) favoreciendo
el empleo formal; asimismo la simplificación del régimen tributario y reducción
de alícuotas podría beneficiar a PYMES a la vez que contribuiría a una mayor
formalización mejorando su potencial de financiamiento y competitividad.
vi)
La posible estabilización de Brasil en 2017 – la
caída interanual del PBI viene reduciéndose en 2016 – contribuirá a que dicho
país deje de ser un factor de contracción de la economía argentina.
vii)
En este contexto, e impulsado fuertemente por el
blanqueo, la demanda de Real Estate
puede ser uno de los principales canales de transmisión de mejores expectativas
que se traduzcan en inversión efectiva.
¿Porqué el Real Estate ayudará? Los fondos del
sinceramiento fiscal están disponibles para inversiones locales en Real Estate desde fines de octubre
(blanqueo de efectivo) pero seguramente serán mucho más importantes a fin de
año cuando vence el plazo (a la tasa más conveniente) para casi todas las
formas de exteriorización de activos. Esto impactará fuertemente sobre la
demanda de Real Estate – como de
hecho viene produciéndose desde Noviembre a raíz del sinceramiento de efectivo.
A esto se sumará la nueva demanda originada a través de los nuevos fondos
cerrados inmobiliarios que están exento del impuesto al blanqueo (se estima que
podrían superar los US$1000 millones).
Algunos proyectos inmobiliarios encuentran frenados por el
fuerte alza de los costos en dólares. La mayor demanda del sector que se
observa recientemente va dirigida a inmuebles usados o a estrenar construidos
con costos históricos más bajos. En la medida que el stock de lo ya construido
se vaya agotando, los nuevos emprendimientos con costos más altos se traducirán
en aumentos de precios de las nuevas unidades. La repatriación de capitales, la
inversión extranjera y el financiamiento externo seguirán impulsando aumentos
en los ingresos y precios de la propiedad medidos en dólares. Los efectos
riqueza que el aumento del precio de la propiedad genera suele ser un factor de
estímulo del consumo.
La dinámica mencionada se ve avalada por el aumento en el número
y el valor de las escrituras (el valor en CABA aumentó 80 % en el acumulado de
los primeros 10 meses), el aumento del crédito hipotecario (un 30% más de
escrituras con hipoteca en los primeros 10 meses de 2016) , y las mejoras de
los precios medidos en dólares de la propiedad (entre 5% y 10% en un año en
CABA). El impacto conjunto de la reactivación de las construcciones privadas y la
obra pública traccionará sobre las entregas de cemento y otros insumos de la
construcción y sobre todo el empleo (dado que la construcción es uno de los
rubros más empleo-intensivos) contribuyendo así a la recuperación.
El déficit habitacional, el insuficiente desarrollo de
centros comerciales, logística, y oficinas, la sub-oferta residencial de
calidad orientada a la clase media, y el déficit de infraestructura turístico entre
otros, son algunos de los factores estructurales que avalan potencialmente
importantes inversiones en el sector. La inversión privada en propiedades es
complementaria de la inversión en infraestructura pública y privada que el
actual gobierno apunta a mejorar.
En el proceso de apertura propuesto, la inversión nueva se
destinará a sectores atrasados con potencial de integración a la economía
global. Además del Real Estate, la
inversión nueva se orientará a sectores como el agropecuario, la agroindustria,
la minería, la energía, las telecomunicaciones, la minería, y la producción de
conocimiento y cultura (uno de los sectores de mayor crecimiento de
exportaciones). La dinámica de estos sectores implicará asimismo nuevas
oportunidades para el Real Estate,
sector que a su vez enfrenta desafíos importantes para mejorar su productividad,
eficiencia y calidad de diseño en función de los cambios tecnológicos y los
procesos de innovación.
Los - continuos - desafíos del gobierno:
matriz para un plan. El gobierno debería delinear y comunicar en forma
transparente una estrategia de convergencia fiscal gradual a un nivel de gasto
y de déficit fiscal más sostenible en el tiempo. Debería también
simultáneamente desarrollar y-o comunicar mejor un programa de reformas para
activar las fuentes de crecimiento y mejorar la equidad conducentes a mejorar
la competitividad y promover la inserción activa del capital humano en procesos
de innovación. Ello incluye marcos regulatorios pro-competencia para que el
sector privado pueda asumir importantes responsabilidades en el desarrollo de
infraestructura, mercados de capitales e integración a la economía global.
También requiere importantes reformas en la estructura tributaria, políticas de
innovación activas y reformas del mercado laboral para reducir la informalidad,
facilitar la mobilidad, y alinear incentivos al desarrollo y la inversión con
los intereses de los trabajadores. Finalmente exige políticas de contención
social, de salud y educación compatibles con la equidad y potenciar el capital
humano para el crecimiento.
Finalmente quedan un par de consideraciones macroeconómicas:
A. Entre las reformas fiscales que deberían encararse está la
fijación de metas fiscales estructurales. Ello implica adoptar una meta de
balance fiscal que sea neutral en relación al ciclo económico; el balance
fiscal estructural es el balance que resulta de ajustar los ingresos y egresos
estatales en función de la fase del ciclo económico por el cual la economía
transita. Por ejemplo, dada la relación positiva entre la recaudación y el PBI,
los ingresos públicos estructurales se calculan reemplazando la recaudación
efectiva por la recaudación que resultaría si el PBI estuviera en su nivel
tendencial. De este modo, si la economía está por debajo de su tendencia (como en
2016), y dado un cierto gasto público real, se podría admitir un nivel de
déficit corriente más elevado que el estructural debido a que el ingreso
estructural sería más alto que el de los ingresos corrientes. Del mismo modo se
podría reemplazar el gasto primario por el gasto primario estructural en la
medida que haya componentes del gasto que dependen del nivel de actividad (por
ejemplo, los planes parea desempleados). Con una meta de balance estructural
consistente con un nivel sustentable de deuda, la política fiscal naturalmente
jugaría un rol anti-cíclico contraponiéndose al carácter pro-cíclico que
históricamente ha tenido. Al mismo tiempo, el posiblemente elevado déficit
fiscal del 2016 podría ser reinterpretado como un déficit estructural
considerablemente más bajo debido a ingresos estructurales más altos y egresos
estructurales más bajos que los que el déficit corriente mide.
B. En vista del gradualismo comprometido por el gobierno, el
BCRA debería fijar una meta de desinflación más gradual. Sin abandonar la
credibilidad que ya se ha ganado, una meta de desinflación más gradual permitiría
desactivar una buena parte de los negocios financieros que conspiran contra la
inversión real y a la vez lograría atenuar el proceso de apreciación cambiaria
incipiente. Estas señales, permitirían acelerar la transformación de la mejora
efectiva de ingresos y liquidez disponible en decisiones de consumo e inversión.
lunes, 28 de noviembre de 2016
lunes, 14 de noviembre de 2016
Cultura económica,
instituciones, desarrollo económico e inclusión.[1]
Como en casi todos los países, en el nuestro existen conflictos de
naturaleza política, económica y social. Lo que es más específico del caso
argentino es que en la puja por resolverlos, se suelen elegir fórmulas que dejan
a todos (o a la gran mayoría) peor. Es difícil consensuar lineamientos básicos
que convienen a todos y que no anulan los conflictos pero que los relativizan y
los ponen en perspectiva de lo que pueden ser las bases para un crecimiento
económico sostenido e inclusivo. Éste déficit se puede rastrear a una falta de
sofisticación de la clase política – al no filtrar los escenarios sub-óptimos –
pero en última instancia es responsabilidad de los ciudadanos que avalan a los
políticos. Por ello, la verdadera revolución de las ideas debe ganar
protagonismo en la población para lo cual es crucial mejorar la cultura
económica de los ciudadanos. El objetivo de esta nota es precisamente
contribuir un grano de arena al desarrollo de la cultura económica general.
Para ello, se propone un método simple e ilustrativo a través de ejemplos o
casos.
Hay países que han logrado sentar bases de acuerdos
multipartidarios – por ejemplo España con el Pacto de Moncloa y la Unión
Europea con la creación del mercado único de bienes, servicios y factores. En
dichos casos, se ha optado por sentar acuerdos de gobernabilidad, definir
intereses comunes que benefician a la nación o región en su conjunto y en
general definir mecanismos y o instituciones de interacción social para hacer
cumplir directrices en materia de política económica. Estas bases o acuerdos
son respetados por los partidos políticos generando así estabilidad de reglas
de juego y, en algunos casos, racionalidad en las políticas que obligan a los
partidos políticos a focalizarse en un subconjunto de programas donde dicha
racionalidad no está establecida o bien donde prima el conflicto de intereses.
La alternativa es un sistema expuesto a giros copernicanos en la
estrategia económica, inconsistencias recurrentes, incapacidad de aprendizaje,
populización de las agendas y – en última instancia como resultado - una
decadencia crónica en el desarrollo relativo del país.
Los cambios culturales propuestos deben ir acompañados de reformas
institucionales que le den cuerpo y continuidad a las reformas que surjan del
cambio de paradigmas. Por ejemplo, los beneficios de la competencia para la
sociedad requieren una oficina de defensa de la competencia y de protección del
consumidor capaz de vehiculizar los reclamos que la nueva conciencia podría
generar.
Esta nota pretende ejemplificar a través de casos como el cambio
cultural y el cambio institucional asociado podrían contribuir a favorecer el
desarrollo económico. En economía, a menudo se confunde el efecto directo
inicial de una medida o una regulación con los efectos secundarios y el
conjunto de interacciones que en una economía se producen al tener en cuenta el
conjunto de actores y sus comportamientos en respuesta a dicho cambio. Los casos aquí planteados pretenden
ilustrar justamente esa diferencia y de ese modo permiten entender la
importancia de que los ciudadanos comprendan los efectos netos (incluyendo las
interacciones) de las políticas en juego. En términos metodológicos, el
análisis de los efectos secundarios y el conjunto de interacciones a que puede
llevar una política particular se puede evaluar a través de modelos de
equiibrio general de la economía – y en particular se suelen aplicar modelos de
equilibrio general computado[2].
Caso 1. Sindicatos y empresas concentradas – Impacto en el
nivel de empleo y desarrollo de las PYMES. Sindicatos y empresas concentrados pueden acordar salarios y
beneficios sociales que limitan el desarrollo de las PYMES – consolidando así el
monopolio de las empresas dominantes – y a la vez dificultando el empleo formal
fuera de las empresas concentradas.
El resultado es: informalidad laboral, desempleo formal y limitado
potencial de las PYMES.
La solución requiere el fortalecimiento de la defensa de la
competencia para limitar el poder monopólico de empresas y sindicatos. En
particular, dicha estrategia debería permitir que el salario negociado en el
sector concentrado y de alta productividad no se fije a un nivel que puede
resultar elevado (dado el diferencial de productividades) para las PYMES del
mismo sector. Los sindicalistas (y los legisladores) deben comprender que el
costo de fijar un salario alto en negociaciones con empresas concentradas y de
alta productividad (que por ende pueden pagar sueldos más altos) deja fuera del
mercado – desempleados - a empleados que de otro modo podrían obtener empleo en
las PYMES o empresas de menor productividad en el mismo sector. El cambio
cultural requiere divulgar las reglas de juego de una economía de mercado que
incluye la dinámica y el sentido de la competencia en particular teniendo en
cuenta este tipo de situaciones. La libertad de afiliación o la posibilidad de
competencia entre sindicatos permitirá aumentar la demanda de trabajo formal
mejorando la posibilidad de las PYMES de competir contratando empleo formal.
Caso 2. Proteccionismo, eficiencia y bienestar de los
consumidores. Las empresas están habituadas a exigir cierto grado de proteccionismo
para poder confrontar procesos de globalización ante condiciones de inversión
doméstica adversas. Políticamente, la industria coincide en sus reclamos con
las sindicatos a favor de la protección para preservar puestos de trabajo. El
resultado es baja productividad, empleos de baja calidad, productos caros para
el consumidor e insumos costosos para los sectores productivos. Esto implica pérdidas
de eficiencia en la especialización que da lugar a sectores más dinámicos y rentas
elevadas para las empresas protegidas. El debate público reconoce los
beneficios del proteccionismo (puestos de trabajo en el corto plazo) pero por
lo general niega o desconoce los costos de mediano y largo plazo (costos para
consumidores, empleo de calidad, ineficiencia del sector e inclusive el nivel
de empleo).
El cambio cultural requiere educación sobre los beneficios
de la competencia y la apertura dirigida a consumidores y el potencial de
empresas de competir a escala global en base a acceso a insumos más baratos y competitivos.
También se debe destacar el impacto en productividad, salarios y empleo de
calidad. Datos que muestren el diferencial de crecimiento económico, mejoras
salariales y empleo a favor de economías que se abren al comercio internacional
pueden contribuir a mejorar la comprensión del impacto de las políticas
comerciales.
Desde ya que una apertura rápida e indiscriminada
arrastraría el fantasma del cierre de empresas y pérdida de empleos. Los
cambios drásticos suelen en efecto arrastrar consecuencias sociales durante el
proceso de transición y más allá de la necesidad de diseñar cambios graduales
es fundamental complementar las reformas con otras reformas que faciliten la
reasignación de factores productivos a los sectores y o empresas más dinámicas
evitando el desempleo más que temporario. Esto exige políticas activas de
seguro de desempleo, leyes laborales que promueven o facilitan la movilidad
laboral; un sistema financiero que permita la reasignación de factores
productivos a los sectores con mayor potencial – capital móvil – y
financiamiento. La discusión pública debe ahondar en los costos que la rigidez
laboral y el subdesarrollo financiero agregan a los procesos de apertura a
mayor competencia. Dicha discusión debe ser el preludio de reformas
estructurales que reduzcan el costo de despido, el reentrenamiento laboral y el
costo del desempleo (seguro de desempleo). En general, las decisiones sobre
cambios en la estructura productiva inducidos por procesos de apertura merecen
una discusión amplia basada en una buena comprensión cabal de quienes ganan y
quienes pierden y por ende de los mecanismos compensatorios que se deben
activar para asegurar que el beneficio social supere el costo social. En
particular, la reducción del proteccionismo afecta intereses rentísticos que a menudo están enquistados en las
instituciones y los partidos políticos. La desarticulación de dichos intereses
requiere como precondición una firme voluntad de erradicar la corrupción así
como una conducta ejemplar y en lo posible no ideológica de los reformistas.
Ejemplo 3. Déficit fiscales, tipo de cambio y empleo.
A menudo existe una opinión pública favorable al aumento del gasto público aún
a expensas de déficit fiscales para asegurar el crecimiento y el pleno empleo.
Esta vieja receta keynesiana puede sin duda tener sustento bajo condiciones de
desempleo elevado o alta capacidad ociosa en la industria. Pero a menudo se
generaliza y se la promueve aún bajo situaciones de baja capacidad ociosa y desempleo. En dichos
casos, el exceso de demanda que genera el sector público agrega presión
inflacionaria y atraso cambiario desplazando la demanda hacia productos
importados y generando eventualmente problemas de pérdida de rentabilidad y
empleo doméstico. En casos extremos, esto conlleva posibles crisis de balanza
de pagos cuando el crédito internacional se agota para financiar los déficit
comerciales. La corrección simultánea de los desequilibrios así generados
suelen estar asociados con procesos recesivos y de drásticas correcciones
fiscales y cambiarias con las consabidas
consecuencias sociales.
El registro histórico de estos fenómenos a través de los
recurrentes ciclos de expansión y contracción económica que se han producido en
la Argentina a lo largo de los últimos 70 años debería ser un material de
debate y divulgación. Y los políticos que usen o abusen de estos mecanismos deberían
recibir la condena por las consecuencias sociales y económicas. La enseñanza
debería apuntar a que la política fiscal puede jugar un rol anti-cíclico por
contraposición al rol pro-cíclico que a menudo ha tomado. También debería alertar
que el crédito internacional a menudo permite extender los períodos de
expansión pero que - a no ser que la expansión vaya acompañada de un proceso de
inversión – los mismos suelen provocar una crisis aún más cruenta que incluye
no solo a las dimensiones fiscal y de balanza de pagos sino también de la deuda.
Si bien la Argentina ha registrado estos ciclos de expansión
y contracción impulsados por políticas fiscales y crédito pro-cíclicos, dicho
fenómeno es o ha sido también recurrente en varios países y regiones del mundo.
A menudo las oportunidades de negocios del capital financiero brindan crédito
sin sopesar si el destino del mismo es inversión productiva o no y de ese modo
puede ser un factor importante de profundización del ciclo. Asimismo, el horizonte
político corto de los gobiernos es uno de los factores que más contribuyen a generar ciclos y
políticas fiscales procíclicas en todo el mundo.
Ejemplo 4. Corrupción y Eficiencia económica. El comportamiento de empresarios
extorsionados por reguladores o gobernantes y avenidos a destrabar un negocio a
través de connivencia en un acto de corrupción puede ser beneficioso para la
empresa privada pero acarrea un costo social elevado. Más allá de la ilegalidad
de participar en un acto de corrupción para obtener un permiso, certificado, o
habilitación implica una inequidad para los competidores honestos - por ende
menor competencia – y también un encarecimiento del costo del producto para los
consumidores finales. O sea la sociedad pierde por no cumplirse las leyes –
cualquiera sea el objeto de la misma - , por menor competencia (o competencia
desleal) y por un encarecimiento del producción implicando una pérdida de
bienestar para la población.
Las campañas de información deberían ayudar a comprender
cual es el costo de la corrupción – que va más allá del delito en si mismo – y
quien lo paga. Equivale a un impuesto adicional pero sin contrapartida de
servicios públicos – más bien rentas apropiadas por privados corruptos. Asimismo,
el gobierno debería promover las reformas institucionales para que las penas
por corrupción sean ejemplares elevando la percepción de riesgo y condena moral
de quienes cometen los actos de corrupción – tanto del lado de las autoridades
como del lado de los privados.
La corrupción – especialmente si es generalizada - tiene importantes externalidades negativas
que trascienden el costo económico. En particular, puede “distraer” al político
de dedicar su tiempo a hacer y aprender a hacer buena política, aleja de la
política a personas que no quieren entrar en la corrupción y “convierte” a personas
honestas en corruptas. Esto trae no sólo un enorme costo de oportunidad en la
calidad de la política sino también en la calidad de vida de las personas que
de algún modo u otro son apartadas de una vida honesta y saludable.[3]
Ejemplo 5. Política tributaria y evasión impositiva.
La evasión de impuestos por algunos obliga a subir la alícuota de los que
pagan. Ello conduce a una economía dual con un sector informal y un sector
formal cuya competitividad se ve cercenada. La informalidad que por lo general
recae en las PYMES a su vez alimenta la informalidad laboral lo que conspira
contra el alcance de la seguridad social. También la informalidad de las PYMES
les impone un techo a su crecimiento, al acceso al crédito y en general a su
integración a la economía global.
También la incertidumbre de la política tributaria – ligada
a la frecuente adopción de impuestos de emergencia que luego se perpetúan o
bien impuestos sectoriales arbitrarios – desincentiva la formalización
confinando a vastos sectores del empresareiado a quedar marginado de los
procesos de integración comercial, crédito e innovación.
La reforma tributaria debería apuntar a alícuotas más bajas,
con menores costos burocráticos y de cumplimiento de la obligación, con mayor
certeza tributaria, y con penalidades más severas para la evasión. El cambio
cultural debería apuntar a mejorar la conciencia ciudadana sobre el impacto de
la discrecionalidad fiscal sobre la evasión y de la evasión sobre la inequidad
- tanto en relación a los competidores formales como a los trabajadores.
Ejemplo 6. Competencia regulatoria e impositiva a nivel
de gobiernos locales. Algunos municipios ofrecen menos trabas regulatorias
e impuestos para atraer inversiones generando un desplazamiento de la actividad
hacia los mismos generando procesos de suburbanización que terminan siendo
ineficientes en cuanto a uso del suelo, planificación del territorio y
contaminación ambiental. Cuando existe coordinación entre entes municipales a
nivel regional se suele planificar mejor los sistemas de transporte, el uso del
suelo y la gestión ambiental. Las
ciudades que así emergen suelen ser más verticales y eficientes en el uso de la
infraestructura y por la misma razón permiten mayor cantidad de espacios verdes
que son tanto deseables para los individuos que viven la ciudad así como para
el medio ambiente – al reducir las necesidades de transporte, el costo de
calefaccionar o enfriar viviendas con los consecuentes ahorros de energía.
El mejoramiento de estas situaciones se puede lograr creando
entes inter municipales – por ejemplo una autoridad metropolitana de transporte
y gestión ambiental - y a la vez publicando notas generando conciencia ciudadana
acerca de los beneficios de la planificación y gestión conjunta o coordinada. La
alternativa suele ser desbordes de las ciudades hacia los suburbios con altos
costos de congestión y contaminación e ineficiencias en la provisión de
infraestructura.
Ejemplo 7. Crédito formal vs crédito informal. El diferencial de costo del crédito
formal frente al informal es abismal. Lo paradójico es que si no fuera por la
formalidad, a menudo el riesgo crediticio y por ende el diferencial de costo de
financiamiento no sería tan diferente. Esto obviamente perjudica a la empresa
informal y en general a la PYME. A menudo el emprendedor desconoce la magnitud
del diferencial y en todo caso no lo internaliza en su ecuación de negocio.
Pero las condiciones que fuerzan dicha situación lo exceden, por ejemplo, los
incentivos a la informalidad descritos anteriormente.
La ilustración y divulgación de este fenómeno con ejemplos
sería una manera de concientizar al empresario informal sobre el
costo-beneficio de la informalidad. En lo institucional, resulta claro que el
gobierno debería bajar el costo de la formalidad para las PYMES. Para ello
podría disponer alícuotas y regímenes tributarios preferenciales pero también
una reducción significativa del peso de la burocracia en la apertura y cierre
de firmas, contratación y despido de personal, obtención de permisos y
licencias, el costo y tiempo de pagar los impuestos, la aplicación y aprobación
de préstamos productivos, la creación de un sistema de garantías recíprocas
como el que ya existe pero que permita reducir el costo de fondeo de los
informales a través por ejemplo de garantías reales, y promoción de la
competencia en el sistema financiero incluyendo a través del mayor uso de la
tecnología.
Ejemplo 8. Sistema financiero e igualdad de oportunidades.
Un sistema financiero profundo – con un elevado nivel de intermediación
financiera – facilita la reasignación de factores productivos de los sectores o
empresas que pierden competitividad hacia aquellos que ganan dinamismo por
tener mayor potencial. También el sistema financiero puede jugar un rol
importante más directo desde el punto de vista social generando oportunidades a
micro-emprendedores, particularmente, en el sector informal. En dicho segmento el
acceso al capital suele tener elevados retornos.
Es importante explicar a la población la importancia del
crédito como igualador de
oportunidades en las instancias mencionadas. En lo institucional, el
requerimiento pasa por reducir barreras de entrada, una buena regulación para
proteger a los consumidores y usuarios, y la ampliación del marco regulatorio
permitiendo e incentivando la competencia dentro de cada subsector financiero y
entre subsectores financieros para extender el crédito – que puede ir
acompañado por subsidios - a los sectores más vulnerables.
Ejemplo 9. Inversión en educación y salud versus
subsidios. Uno de los mecanismos por los cuales se propaga la desigualdad
es la mala atención en salud y mala calidad de educación que recibe la
población de menores ingresos. En una economía cuyo dinamismo depende en forma
creciente de la capacidad innovadora del capital humano, la igualdad de
oportunidades por acceso a la educación y a la salud resulta crucial. De ese
modo los programas de mejora de acceso a la salud y educación desde edad
temprana – 2 años – tiene un impacto sobre la igualdad de oportunidades
crítico. Dichos programas son una inversión en capital humano y tienen por ende
un impacto más persistente y sostenido que los programas de asistencia social o
subsidios al consumo que sólo remedian transitoriamente las necesidades insatisfechas.
La pobre comprensión acerca de la diferencia entre un plan
de inversión en capital humano y la asistencia social – que es un gasto
corriente – lleva por lo general a una discusión poco estratégica en la
asignación de las partidas presupuestarias. En el primer caso, se ataca la
oferta de factores, en el segundo se atiende la demanda. La mejora en la oferta
de capital humano mejora el potencial de ingresos en forma sostenida y por ende
genera un ahorro en la necesidad de asistencia futura. Los programas de gasto
público deberían ser evaluados teniendo en cuenta el impacto social de corto y
de largo plazo y su relación con el costo. En la medida que exista dicha
conciencia los políticas tendrán que discutir matices sobre cual es el tipo de
inversión y asistencia más efectivas y en todo caso cual es la relación de
sustitución entre ambas deseada. Igualmente, siempre existirá una tensión entre
el corto plazo (políticas asistenciales) y el largo plazo (inversión en salud y
educación) dado que los efectos de la inversión toman tiempo para arrojar
resultados y las necesidades urgentes suelen ser impostergables.
Ejemplo 10. Infraestructura y redistribución. Así como la oferta de salud y
educación impacta en la igualdad de oportunidades, la oferta de servicios
básicos como agua, cloacas y disposición de basura impacta en la salud y es a
través de dicho canal un gran igualador de oportunidades. Por supuesto que
otros servicios como la electricidad y el gas forman parte del bienestar y el
acceso a los mismos es vital como mecanismo de igualación; sin embargo, estos
por lo general tienen mayor cobertura de oferta y sólo en casos aislados es una
limitación para el desarrollo humano. Resulta inverosímil que gobiernos de
distinto corte político hayan ignorado la importancia del agua corriente
potable y sistemas cloacales popular dado el importante impacto sobre la salud
para los segmentos de la población más vulnerables.
La información que se debería transparentar es el costo en
salud de la ausencia de dichos sistemas y el nivel de cobertura de los
servicios por regiones y áreas. La clase política debería tratar estos temas
como una obligación social inalienable para satisfacer los derechos de los
ciudadanos – la ausencia de dichos servicios debería estar sometida a la
posibilidad de juicios al estado y los gobiernos responsables por su
incumplimiento.
Ejemplo 11. Política monetaria y el impuesto
inflacionario. A menudo las presiones para aumentar el gasto público deben
ser satisfechas bajo el pretexto de asegurar la gobernabilidad. Por lo general
el gasto público tiene beneficiarios diversos – los subsidios de la energía y
el transporte han beneficiado a una amplia gama de sectores – sin alcanzar el
beneficio redistributivo que a menudo se atribuye. La financiación del gasto
público financiada con emisión monetaria termina teniendo impacto sobre la
inflación. La inflación destruye el valor de la moneda y perjudica
principalmente a aquellos que no tienen cultura financiera, están en situación
de mayor vulnerabilidad económica, y con menor alcance al sistema financiero
formal. La pérdida de valor del
dinero por efecto de la inflación es lo que se denomina impuesto inflacionario.
En general el impuesto inflacionario pesa más sobre los sectores más
vulnerables y por eso se dice que es un impuesto regresivo.
La cultura de quien paga la inflación debería divulgarse con
ejemplos concretos y didácticos. Por ejemplo, con mediciones de la pérdida de
poder adquisitivo por efecto de la erosión del valor de los activos monetarios
en manos de la población de menores ingresos. Ello evitará que un político
oportunista pueda subrogarse poderes para aumentar el gasto irresponsablemente
y financiarlo con emisión monetaria inflacionaria.
Ejemplo 12. Tamaño del estado y eficiencia del sector publico.[4] Las discusiones sobre el tamaño del estado adquieren a menudo un
carácter ideológico. Ello no ocurriría si las funciones del estado estuvieran
confinadas a la provisión de bienes públicos (seguridad, salud, ecuación, etc.)
y el estado operase con reglas de eficiencia. A menudo ocurre precisamente lo
contrario: el estado interviene en sectores en que podría no estar y lo hace a
un costo excesivamente elevado. A menudo se instala una burocracia corporativa
en el sector publico donde recalan y se apropian de ingresos muchos, que son
incapaces de competir bajo reglas de mercado. Es por ende importante definir
bien su rol y al mismo tiempo profesionalizarlo y mejorar su eficiencia. Las
instituciones públicas están a menudo plagadas de reglas formales para defender
grupos de interés.
Todo esto deberia simplificarse
y transparentarse. Debería
desarrollarse una cultura de eficiencia de la gestión pública y una cabal
comprensión de los bienes públicos que puede o debe proveer el estado. Hace
falta a la vez el desarrollo de una más efectiva escuela de gobierno que
permita profesionalizar al servicio civil.
Por supuesto que las lecciones de economía tienen un alcance mucho más amplio. El objetivo de esta nota es ilustrar a través de una serie de casos como se podría llegar a través de la divulgación de algunas lecciones a un conjunto de acuerdos programáticos que acercarían al país a una frontera de mayor eficiencia y equidad. La divulgación de una manera simple y entendible de cómo la economía funciona teniendo en cuenta el conjunto de interacciones entre los actores sociales y económicos ayudaría a que los políticos planteen disyuntivas más racionales en que el bien común estaría mejor preservado. El aprendizaje social contribuirá así a mejorar los mecanismos de competencia y solidaridad para que la economía alcance estándares de productividad y eficiencia que le permita recuperar un lugar de privilegio en la economía global así como una economía más inclusiva y equitativa.
[1] Agradezco
los valiosos comentarios del Licenciado Alejandro Miguel Segal y el Ing, <Diego
Serebrenik.
[2] Por ejemplo:
Un modelo de equilibrio general computable para la Argentina, PNUD Argentina y
Ministerio de Economía y Producción. El equipo fue dirigido por Omar O. Chisari
[3] Esta
observación me fue hecha por Diego Serebrenik.
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