miércoles, 12 de febrero de 2014

Inflación: chivo emisario del "ajuste"


Inflacn: chivo expiatorio delajuste.

No cuidar las reservas hara que el avn se estrelle – así ha sido el final de los gobiernos que por temor a la inflación se terminaron enamorando del ancla cambiaria. Así el Gobierno razona que bailar con el atraso cambiario es más peligroso que con la inflación. Pero aún así, también conciente del riesgo de espiralización de la inflación, el Gobierno ha apelado al ancla monetaria intentando desincentivar la corrida al dolar elevando las tasas de interés.  

La combinación de controles cambiarios y política monetaria restrictiva, en ausencia de un programa macroecónomico fiscal creíble, no pueden impedir el derrame de reservas ni eventualmente la inflación. Durante una década en que el gasto público consolidado creció casi veinte puntos porcentuales del PBI - al margen de la productividad y en un contexto de deterioro del clima de inversión y autarquía financiera - las presiones de financiamiento terminaron por ahuyentar la inversion por la vía de impuestos elevados, inflación y más recientemente altos costos financieros. Sin un plan de reequilibramiento fiscal a mediano y largo plazo la probabilidad de un escenario con estancamiento y recesión aumenta. La estabilización y recuperación de crecimiento vendrán eventualmente de la mano de un programa que vuelva a equilibrar las cuentas públicas y que unfique el mercado cambiario. No tienen que ser terapias de shock, los planes gradualistas – si creíbles – pueden ser altamente efectivos y volver a generar una dinámica de inversion y crecimiento.


Si bien el costo social de un programa de este tipo no tiene porqué ser elevado (o inclusive puede no existir si logra restablecer confianza e inversion), la percepción de costo político de dichos programas sí es elevada.  Lo paradójico es que la alternativa implícita de un ajuste a través de la inflación tiene costos sociales más elevados aún. La inflación no sólo es la consecuencia de expansión monetaria y fiscal excesiva (al margen de las condiciones de oferta, inversión y equilibrios macroeconómicos); es también la herramienta silenciosa de un proceso de ajuste que licúa el gasto público real, deuda y salarios reales facilitando de hecho una mejora en las finanzas públicas. El costo social de dicho proceso es elevado tanto por el impacto recesivo de las subas en las tasas de interés como por compresión del salario real y la incertidumbre macroeconómica. El resultado puede ser una suerte de vuelta a los 80s – período de estancamiento crónico con ciclos de expansión cortos – aunque con menos deuda. Y también guarda semejanzas con la crisis de mediados de los 70s cuando las correcciones tarifarias y cambiarias se efectuaron en un contexto sin ancla fiscal ni monetaria. Los ajustesinvoluntarios suelen ser más costosos que los procesos de ordenamiento macroeconómico¨ que obviamente requieren más tiempo y prudencia en su concepción y aplicación.



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