Argentina en transición tras
el agotamiento del modelo.
Por necesidad mas que por elección, el Gobierno ha
finalmente adoptado medidas de carácter ortodoxo para contener la inflación y -
ante el fin del ciclo fiscal favorable – para reabrir el acceso al
financiamiento externo. La misma inflación exacerbada por un mayor ritmo de
devaluación ha sido el principal instrumento de ajuste fiscal por la vía de la
erosión del nivel gasto real del Gobierno, particularmente salarios y subsidios.
Las acciones para mejorar el acceso al financiamiento externo incluyen, además
de la normalización del INDEC, el acuerdo de pago al Club de Paris, el
resarcimiento a REPSOL por YPF, pagos ligados al CIADI, y posiblemente un
virtual arreglo con los acreedores que no entraron a los canjes 2005-2010 - los
holdouts.
Hace un año todo esto era políticamente impensable pero la
continua negación de estas necesidades hubiera llevado seguramente a un fin de
ciclo más virulento que la estanflación actual. Aún con la caída del consumo y
de los salarios reales, la normalización de precios relativos para restablecer
los balances entre ahorro e inversión conforman un escenario mejor (frente a la
alternativa de una inminente crisis de balanza de pagos y cambiaria) tanto para
el Gobierno actual (para poder terminar su mandato de manera relativamente
ordenada) como para el que le siga. El ajuste es el resultado inevitable de una
fiesta de consumo muy prolongada en que el crecimiento del gasto excedió con
creces el estímulo a la inversión y la oferta y a las mejoras en la productividad;
dichos excesos se vieron relfejados en una elevada inflación y pérdida de
reservas internacionales. El ajuste actual se podría haber evitado bajo un
escenario de mayor moderación y cuidado de los equilibrios macroeconómicos –
particularmente si se hubieran evitado los excesos fiscales (crecimiento record
del gasto público) y monetarios y si se hubieran mantenido condiciones para la
inversión en los sectores de energía y transporte (con marcos regulatorios más
racionales y precios relativos más cercanos al mercado).
Las reformas recientes y las que están en camino no alcanzan
para crear condiciones atractivas para la recuperación del crecimiento
sostenido. Para ello hacen falta una serie de reformas para restablecer de base
los grandes equilibrios macroeconómicos y condiciones de estabilidad y
previsibilidad para la inversión. Sin ello, la remoción de obstáculos al
financiamiento externo pueden desperdiciarse conduciendo a un mayor financiamiento
del sector público, salidas de capitales y consumo. Además el riesgo de nuevos
ciclos cortos de inflación y devaluación no hacen más que congelar una
situación de estanflación inconsistente con un escenario de crecimiento.
Un plan de
transición serio debe promover un escenario de gradual corrección de los
desequilibrios fiscales y monetarios. Ello supone profundizar la estrategia de
corrección de precios relativos – atraso tarifario, cambiario y de tasas de
interés – en paralelo con la estrategia de acceso a los mercados de capitales y
políticas regulatorias en los sectores de infraestructura, agricultura y
minería. Es en dichos sectores donde los grandes capitales podrían llegar a
cambiar la película. El gasto público debe sincerarse en niveles compatibles
con una presión impositiva que desahogue la inversión. Ello supone que la tasa
de crecimiento del gasto vuelva a acomodarse debajo de la tasa de crecimiento
de la recaudación.
En materia de políticas estructurales, la eliminación del
cepo cambiario es crítica para liberar la oferta limitada por falta de acceso a
bienes intermedios y bienes de capital importados. Ello a su vez posibilitará
un tipo de cambio más competitivo para la industria y para todos los sectores
transables. El acceso al financiamiento externo seguramente requiere algún
acuerdo con los holdouts el que debe
verse en perspectiva de lo que implicaría en cuanto a acceso a los mercados
voluntarios de deuda. Ello debe hacerse sin generar disputas de los acreedores
que accedieron al canje. La eliminación del cepo también posibilitaría inversiones
del exterior al volver a permitir la repatriación de utilidades.
Todo este conjunto de medidas requieren consistencia y coordinación
en su ejecución- Lo crítico es generar un paquete de medidas restablezca las
condiciones de inversión de mediano y largo plazo. Ello permitirá compensar el
impacto contractivo de la tendencia actual así como de algunas de las políticas
restrictivas de gasto. La desinflación gradual debe venir de la mano de un
proceso de reintermediacion financiera posibilitado en parte por la introducción
de instrumentos indexados como han hecho varios países donde se han corregido
los desequilibrios gradualmente. El acceso al financiamiento voluntario vendrá
simultáneamente con una sustancial reducción del riesgo país y recuperación de
la inversión doméstica.
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